jueves, 20 de septiembre de 2012

"Sing for me and Kiss me slowly... one last time"

Permanezco quieta, con los ojos cerrados y la guitarra abrazada a mi cuerpo sin escuchar ningún acorde.  Olvido el mundo y todo lo que se encuentra en él. Me olvido a mí, te olvido. Pero esta última parte resulta más difícil y no logro mi objetivo. 
  

                                            


Abro los ojos y te odio por no dejarme desaparecer ni por un segundo. Te odio por haberme perdido tan rápido y no haber salido a buscarme. Odio tus ojos, que te volvieron ciego de amor un día y ahora se han abierto para dejar de verme. Odio tus labios que siempre escogían las palabras perfectas y cuando no hacía falta hablar fueron mis mejores confidentes, sabiendo completar mis frases inacabadas con besos.
Odio echarte de menos. Te odio tanto.... que a veces recuerdo que te quiero.
Y ahora cantas para mi en cada una de mis canciones.
Pero no te preocupes, conseguiré echarte de mi mente algún día. Te lo prometo. Aunque de momento me confunda con mentiras diciéndome a mi misma que sigues pensando en mí.
Einstein dijo una vez: "hay dos cosas que son infinitas: el universo y la estupidez humana; y de la primera no estoy muy seguro." Y yo me pregunto...¿soy estúpida por creer que algún día el futuro querrá revivir nuestro pasado? ¿ Por creer que el viento te guiará hacia mi?
Y creo que Einstein tenía razón, que la estupidez humana, donde entran mil cosas (entre ellas el amor), es infinita. Que hemos sido infinitamente estúpidos y que lo seguiremos siendo.
Y me he puesto a pensar y he descubierto que adoraba tus miradas confusas que intentaban decirme que escapáramos de allí sin que nadie nos viera, que me derretía cuando cometías errores y parecías tan inocente como un niño, que has conseguido que eche de menos lo pequeña y frágil que me sentía a tu lado.
Pero lo que más noto es el silencio que ocupa el lugar de los latidos de tu corazón desenfrenado y las lágrimas que ya no volverán a caer sobre tu pecho mientras me abrazas y me dices que no pasa nada.
                                                                                                                                                              



Y permanezco quieta, con los ojos cerrados y la guitarra abrazada a mi cuerpo sin escuchar ningún acorde.  Olvido el mundo y todo lo que se encuentra en él. Me olvido a mí, te olvido. Pero esta última parte resulta más difícil y desisto, aunque me haga daño, porque como dijo Einstein una vez: "Hay dos cosas que son infinitas..." y si el universo no es una de ellas; en mi universo tú lo eres por los dos. 

miércoles, 19 de septiembre de 2012


"...Giró la pequeña cajita de cristal y la cogió entre sus manos, observando como nevaba en aquel mundo tan frágil y ajeno al suyo, esperando a que cayera el último copo de nieve.
Corriendo fuera de su cuarto, enfundada en su viejo abrigo beige, el gorro gris y unos guantes de lana salió a la calle. Y mirando a un cielo blanco imaginó que, en algún lugar muy lejos de allí, alguien había girado su pequeña cajita de cristal."

lunes, 17 de septiembre de 2012

good luck, young soldier :)




Recibí órdenes de no moverme, de mantener mi puesto a la espera de una señal: la guerra había comenzado.
Me quedé quieta, conteniendo el aliento. Mi pulso se iba acelerando y mi corazón bombeaba sangre por mi cuerpo violentamente a causa de la adrenalina.
No podía hacer nada... salvo esperar.
Después de unas horas sin actuar, escuchando los ruidos de las bombas que caían sobre mi, decidí huir. Era impotencia y frustración lo que sentía mientras mis pasos se alejaban de allí lo más rápido posible. 
Y mientras corría sin saber a dónde, cubriéndome la cabeza con las manos para protegerme... todo a mi alrededor comenzó a cambiar: volvía a estar en casa, sumida en el día a día.
Fue entonces cuando me planteé si llegó a suceder o era mi subconsciente, si en realidad había estado soñando despierta, imaginando que perdía mi propia guerra sin ni siquiera haberme dado la oportunidad de luchar.
Entonces entendí que era yo la que me había estado dando órdenes de escapar, de tirar las armas sin probar antes si estaban cargadas. De huir de mi batalla.
Pero la pregunta que más me intrigaba fue si de verdad había un adversario contra el que luchar, si de verdad esto era una guerra.
“Mantén cerca a tus amigos pero aun más a tus enemigos.”
Por suerte para mí, de momento tengo que ganarme a ambos;  y espero que haya más de los primeros. En el futuro todo se verá.
“Se pueden perder mil batallas, pero todavía tengo tiempo para ganar la guerra... MI guerra”. Una guerra que se juega con otro tipo de armas, y creo que estoy preparada.

Suerte soldado, estoy segura de que lo harás bien. 


viernes, 14 de septiembre de 2012

Mi ángel de la guarda

Este relato es para mi ángel de la guarda, que se que está conmigo en todo momento; y que observa a esta pequeña soñadora desde nuestro rincón favorito del cielo....

- Carmencita!!!
Corro hacia ella y la abrazo lo más fuerte que puedo. Luego me dejo acariciar el pelo mientras mi abuela me llena la cara de besos.
- Hay que ver cómo has crecido. A ver, mírame a los ojos.
Aunque la luz del sol me molesta, intento mantenerlos lo más abiertos posible, tanto que me cuesta no pestañear. Ella esboza una sonrisa.
- Tan profundos y azules como el océano. 
-Tan profundos y azules como los tuyos...- le digo mientras niega con la cabeza y se ríe.
-Mi pequeña niña ya se hace mayor.
Su mirada atraviesa la mía, directa al corazón, y esas palabras se graban con tinta en algún rincón de mi mente.
-Bueno, cuéntame qué tal estás, hace tiempo que no te veo. 
Era cierto, hacía ya tantos años que ni siquiera me atrevo a contarlos. Pero aunque noto una punzada de dolor en mi interior, intento disimularlo cogiéndole de la mano.
Trato de responder lo antes posible, pero de repente la pregunta resuena en mis oídos, y no soy capaz de darle una respuesta. ¿que qué tal estoy? ¿en serio? Este verano ha sido el peor con diferencia de mi vida: me he mudado para estar con la familia, cosa que ahora resulta que no es del todo cierta, ya que mi padre no ha encontrado trabajo y no puede venir con nosotros; he llorado como unas cien veces porque no me hago a la idea de vivir aquí, a tantos kilómetros de la vida que tenía hace apenas unos meses; y cuanto más tiempo paso en mi nuevo hogar más lejos estoy de muchas personas a las que quiero. 
-Bien... 
No contesto nada más. Simplemente me limito a negar la realidad, porque sigo creyendo que si no creo que está pasando; nunca se cumplirá. Pero supongo que ya es tarde para sueños infantiles e imposibles. Sólo quiero protegerla a ella, y a la vez a mi misma de todo. 
Sin querer se me llenan los ojos de lágrimas, y no puedo evitarlo...aunque tampoco quiero. Abrazo a mi abuela con fuerza y ella me sostiene, y me doy cuenta de lo que en realidad la echo de menos. Necesitaba ese abrazo desde hace tiempo. Necesito infinitos segundos a su lado. La necesito.
- No te preocupes-me susurra entonces, con esa voz tan dulce, como si fuera un ángel- todo pasará. Nada dura para siempre.
-Eso no es cierto - replico casi gritando - tú estás aquí ¿lo ves? a mi lado! como me prometiste cuando era pequeña!!
Mis ojos, mi único recurso para verla, están cubiertos por una cortina de agua, y empiezo a moquear y a sollozar tan fuerte que ya no controlo el hipo que nace debajo de mi pecho.
-Tranquila.... yo estaré aquí siempre. Te lo prometo. 
Me besa en la frente mientras su imagen se desvanece despacio, dejando un vacío completamente desolador en su lugar. La busco, corro en todas direcciones diciendo su nombre en voz alta hasta que solo queda un hilo de voz quebrada por las lágrimas.
-Carmencita!!!......
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Me despierto de golpe, sudando entre las sábanas. Sigo llorando cuando me doy cuenta de que solo ha sido un sueño y oculto mi cara en la almohada. Quiero dormirme, volverla a ver. Quiero volver al pasado, a ese hospital donde exhaló su último aliento de vida. Quiero mirar a esa niña de nueve años a los ojos y explicarle que tiene que cuidar de su abuela, que ahora es ella quién la necesita. Quiero que me prometa que asumirá la realidad cuando llegue, que me prometa... que se va a despedir. Que logrará hablar con ella y decirle que la quiere, que estará allí siempre, pase lo que pase a su lado. Que le diga por última vez: "Te quiero" 
Me sumerjo en todos estos pensamientos mientras lloro, un llanto cada vez más lento y ahogado; menos profundo y más calmado. Y acabo dormida entre mis lágrimas, creyendo oír la voz de un ángel alado:
-Buenas noches pequeña, estaré siempre a tu lado.




martes, 11 de septiembre de 2012

It´s going to be all right

" Se pueden sacar bonitas historias por las calles de Madrid. Tú lo sabes. "
Leí el mensaje entonando las palabras con la voz que se que ella habría puesto al escribirlo. Acto seguido sonreí. Es cierto que lo sabía. Además llovía, y ese siempre ha sido un factor interesante en las historias.
Guardé el móvil en el bolsillo y respiré el encandilador perfume que la humedad había dejado impregnado en el aire. El cielo, cubierto de nubes grises, difuminaba la hora; ya que parecía haberse detenido el tiempo en un momento entre la tarde y la noche. La brisa fresca de verano es mi sensación favorita sobre la piel después de una caricia y un buen beso en los labios. Así que disfruto de ella mientras corro hacia mi nuevo piso, pues aunque sin horario, el cielo se ilumina de morado y blanco a parpadeos; anunciando tormenta.
Sigue lloviendo cuando la llave encaja en la cerradura y consigo entrar en mi portal, chorreando agua por el pelo y las pestañas.
Subo al ascensor y pulso el cuarto. En el pequeño espejo que enmarca la pared de enfrente, mi aspecto se ve diferente al de esta mañana. En él aparece una joven de ropa mojada, sonrisa dulce y mirada ausente.
 Me quito las deportivas antes de entrar y camino de puntillas hasta llegar a la ducha. Es una sensación distinta al agua de lluvia, tan fría y desordenada. Ésta cae templada y uniforme sobre mi, haciendo que cada gota me envuelva. Me seco y me pongo ropa limpia. Ya casi es de noche y mi pelo sigue mojado, aunque ahora huele a lavanda.
 Una de las ventanas de mi habitación lleva a una pequeña terracita en la que apenas caben tres personas de ancho. Sin embargo, de largo es más amplia: cinco grandes ventanales cubren la parte superior de la pared, mostrando varios edificios, un tejado y el cielo abierto de Madrid.
Me siento sobre un viejo baúl de madera, abro mi cuaderno y empiezo a escribir.
Ahora ya no llueve, y es probable que una de esas " bonitas historias salpicadas con agua de lluvia" haya terminado. Y es que, querido lector, tengo una teoría:

<< Muchos dicen que cuando llueve es porque los ángeles lloran, pero yo creo que está todo planeado. Que cuando las nubes se juntan y se tiñen de gris significa que hay una historia que está a punto de nacer. Tal vez esas primeras gotas caigan sobre los labios de un primer beso. Quizás sean magia resbalando por el paraguas de una pareja en el parque, o se conviertan en testigos de mil locuras. Sea lo que sea, estoy segura de que la lluvia presencia mil bonitas historias... hasta por las calles de Madrid.>>

Sólo lamento que hoy yo no me encuentre en la calle, ni tenga una bonita historia que contar. Pues es de noche, y no llueve, y las luces de las ventanas se van apagando una a una. Y aquí estoy yo, despierta, contemplando el cielo. Sin darme cuenta de que mi luz sigue encendida, de que mi historia aun no ha acabado. Me abrazo con fuerza las piernas, rodeándome como si fuera una niña pequeña. Aferrándome a mi misma, a mis recuerdos, a todo cuanto echo de menos y a un futuro cercano al que he de enfrentarme yo sola. Me abrazo a mi pasado y sin querer dejo que resbale una lágrima por mi mejilla; una gota que arde sobre mi piel, que duele y deja cicatriz de esas que no se ven. Salgo de mi misma y me veo tan pequeña que tengo ganas de cogerme y arroparme, de decirme que todo va a ir bien... que todo va a ir bien.....