miércoles, 30 de octubre de 2013

Dentro del laberinto*

-Érase una vez, una jovencita cuya madrastra le obligaba siempre a quedarse en casa cuidando del bebé; y el bebé era un niño mimado, era todo para él y la jovencita era prácticamente, una esclava.
Pero lo que nadie sabía era que el rey de los goblins se había enamorado de la chica y le había dado ciertos poderes... y por ello la chica sufría en silencio; hasta que una noche, cuando el bebé había sido especialmente cruel con ella, llamó a los goblins pidiendo ayuda... "Di las palabras correctas" dijo el goblin, "nos llevaremos al bebé a la ciudad de los Goblins y tú serás libre". Pero la chica sabía que el rey de los goblins se quedaría al bebé en su castillo para siempre, para siempre, para siempre; y por ello la chica sufría en silencio. Hasta que una noche, después de todo un día de trabajo en casa y herida por las duras palabras de su madrastra, no tuvo más fuerzas para aguantar...
... ¡Rey de los Goblins! ¡Rey de los Goblins! 
¡si estás por aquí, llévate a este niño bien lejos de mi!
(-No es así, quién le ha enseñado esa idiotez?!
-La frase no empieza por "rey de los goblins!")
...Ojalá...ojalá...

ojalá vinieran los goblins y se te llevaran. Ahora mismo. 



domingo, 27 de octubre de 2013

Como si supieras de qué va esto

Como poder tocar el cielo sólo con ponerse de puntillas, o coger  una estrella con la misma facilidad que se trepa a lo alto de un árbol. Como los niños pequeños crecen deprisa y su inocencia se esfuma con cada cosa nueva que descubren. Como si cuando brilla el sol tuviéramos que estar felices o cuando el día es gris no hay nadie que no sienta ganas de llorar. Como los hospitales huelen a esperanza y al mismo tiempo destilan nostalgia. Como se crean recuerdos, como se olvidan. Como el olor del pan recién hecho, como la amargura de ese hecho que nunca va a a cambiar. Como no poder volver a la infancia o retroceder a la primera vez que tus labios rozaron los de otra persona; o al primer beso que sentiste de verdad. Como las mentiras que se dicen por compasión, como la cizaña que envenena las relaciones, como la risa contagiosa, como quien ha dejado de creer en el amor.
Como un signo de puntuación que cambia el significado de toda una frase. Como el aburrimiento. Como tener que estar estudiando y en cambio, perder el tiempo en otra redacción absurda e incoherente que alguien leerá por casualidad, antes de olvidar por completo el verdadero fondo que quiere dejar la escritora reflejado en unas pobres lineas desordenadas. Como si seguir leyendo estas palabras tuviera sentido. Como si, en algún momento (querido lector) tuvieras alguna idea del por qué de todo esto.

Para tí, porque mereces que todos los días alguien te dedique su tiempo, su imaginación y su alocada idiotez. Para tí........ porque me apetece. 
                                                                                                                       ATT; la escritora

miércoles, 16 de octubre de 2013

Punto y aparte

Le hice una foto mental. Cerré los ojos durante un instante y archivé la imagen en mi memoria.
Estaba volando, o al menos, tenía esa sensación. Y no tenía miedo.
El viento silbaba en mis oídos, y me puse la capucha de tu sudadera negra, la que me prestaste, para evitar que me despeinase. Escondí mis manos en el interior de las mangas, abrí mi cuaderno y, como de costumbre, empecé a escribir.
Me pegué a la pared y me acurruqué lo más lejos del borde posible; por si de repente se apoderase de mi un impulso de saltar al vacío; me diera tiempo a abandonar esa estúpida idea fuera de mi cabeza. 
No hacía calor. Tampoco frío. Tenía tu olor impregnando mi piel.
Empecé a dibujar letras en el blanco del papel, manchándolo con tinta; sin remordimiento alguno.
Me sentía poderosa, con Madrid a mis pies. Entré de nuevo en el cuarto, que ahora estaba vacío, y cerré la ventana dejando la ciudad en un segundo plano.
Eso pasó aquel día, aquél en el que tu y yo sólo éramos amigos. Aquel día que tanto tú como yo sabíamos perfectamente que en un futuro dejaríamos de lado ese "sólo".
Pero hoy todo ha vuelto a la normalidad. Y tú ignoras que yo ya lo decidí por los dos. Lo hice esa tarde mientras pensaba en todas las historias que nos daría tiempo a escribir, mientras pensaba en todas aquellas que dejaríamos en blanco. Mientras tú no pensabas en mi. Aquella tarde decidí que algún día como hoy... volvería a estar sola. Y se lo susurré al oído a Madrid, y ahora todo el mundo lo sabe. Todo el mundo sabe que terminamos de leernos en aquel punto y a parte.


viernes, 11 de octubre de 2013

inestabilidad

Releo lo que escribiste en los charcos de la ciudad, pisando tus palabras y olvidando a qué sabe el sonido de tu voz. Ayer la lluvia no se dejó caer por las aceras y en esos charcos, inexistentes espejos de tu sombra, escondo mis deseos. Nunca los guardo para ti. Y es que se que no mirarás, y por eso sé que estarán a salvo.
El olor de la madera me recuerda a aquella vez en mitad del bosque, aquella vez que me perdí a tu lado, aquella vez que ni tu ni yo nos conocíamos. Y el perfume se queda grabado en mi almohada. El perfume de lo que nunca ha pasado.
Hay una línea invisible que separa la locura de la razón, la inocencia de la madurez, la fantasía de la realidad... todos los polos opuestos. El equilibrio perfecto.
Ójala pudiéramos estar más cerca, uno a cada lado de la línea. Tan cerca que pudieras escuchar mis latidos sin tocarme. Pero ójala todo siga igual de inestable. Tal vez algún día sepas realmente quién soy.

domingo, 6 de octubre de 2013

Sombras de soledad

- 3....2....1.....Ahora.- El flash se dispara en el instante preciso, inmortalizando la imagen del joven que está sentado en el estudio.- Perfecto. Ya puedes irte.
El chico es alto, de pelo castaño y ojos verdes. Se levanta vacilante, y mira fijamente al anciano, que ya ha cogido el negativo de la fotografía. Al parecer se trataba de una de esas cámaras antiguas.
El anciano se da cuenta, y añade- Has hecho lo correcto. No te preocupes.- La habitación se sume en un incómodo silencio.- Ya puedes irte.- repite, pero esta vez su voz suena seria y firme.
El chico asiente, recoge su chaqueta de detrás de la silla y sale de allí sin mirar atrás.
¿Lo correcto? ¿qué era lo correcto? ¿acaso existe una norma que diferencie lo correcto de lo que no lo es? ¿algo que regule qué está bien o mal?

Vender su alma al diablo tan solo era una llamada de auxilio, un reclamo de socorro. Y no por ello estaba mal. Tampoco eso era suficiente para decir que estuviese bien. No había nada en su vida que mereciera la pena. Nada que se muriese de ganas por gritar en mitad de la calle, nada que susurrar al oído de nadie que quisiera escuchar sus palabras carentes de coherencia. Estaba vacío, como las sombras. No era más que un cuerpo. Y ahora, por fin, sin alma. Ya no sentía dolor. No sentía aprecio ni despreciaba. No era capaz de alegrarse o enfadarse o alterarse por ningún motivo. Todo había vuelto a su lugar. Las cosas eran sólo cosas. Las personas eran sólo personas. Nadie era mejor que nadie. Nada más extraordinario que lo demás. Todo estaba agrupado en un cajón de sastre y daba igual lo miraras por donde lo miraras. No tenía deseos ni ambiciones. No sentía apego por la vida ni tampoco por la muerte. No quería dormir ni comer ni buscarle respuesta a sus dudas, pues ya nada le inquietaba. Era como vivir en un mundo de fantasía, pensar que en cualquier momento despertaría entre el sudor de sus sábanas, asustado y con las pulsaciones aceleradas. Llevó una mano a donde estaba su corazón, pero no obtuvo respuesta por parte de éste. No estaba vivo, pero tampoco estaba muerto. Se encontraba perdido en un espacio-tiempo neutros donde no le hacía falta respirar, donde no era posible retroceder ni avanzar.
 Había perdido lo que había ganado, una máscara de indiferencia. Y todo por una estúpida idea que había deseado más que nunca en el mundo: abrazar la soledad.



sábado, 5 de octubre de 2013

Es domingo por la mañana

Despierto. Llaman a la puerta aunque no recuerdo haber quedado con nadie. Abro,todavía con los ojos entrecerrados y bostezando. Al otro lado de la puerta aparece una niña pequeña con una sonrisa que le llega hasta las orejas. Me quedo en shock unos segundos sin saber qué hacer. Ella no deja de mirarme, con esa mirada típica de los niños; con un toque de curiosidad e inocencia. Es domingo por la mañana.
- Me apetece un tazón de cereales-me dice. Y entra sin que me de tiempo a decir una palabra. Cierro la puerta y voy a la cocina, siguiendo a esa pequeña que acaba de entrar en mi casa. Me hace gracia verla de puntillas intentando coger una taza.
-Espera- le digo- Toma.
Le alcanzo una y cojo otra para mi. Me sonríe de nuevo.
Nos quedamos en silencio mientras saco leche y cereales. Cojo dos cucharillas. Todavía estoy medio zombie. Me froto los ojos y me recojo el pelo olvidándome de algún mechón.
- ¿Cuánto tiempo vas a estar así?- me pregunta.
- Así... ¿cómo?  ¿qué quieres decir?
- Ya sabes, así como estás. Atascada en un domingo por la mañana.
- No te entiendo.- Ella juega con los cereales y yo recuerdo cuánto me gustaba hacer eso cuando era pequeña. Me parecía divertido ver cómo todos formaban un círculo perfecto dentro de otro dentro de otro hasta que quedaba sólo uno en el medio de la superficie de la taza. Sonrío y la miro con nostalgia. Ella se da cuenta y levanta la cabeza, dirigiéndome una mirada confusa con sus grandes ojos azules.
- No puedes hacerte esto. Tienes que pasar página.
-¿Cuántos años tienes? - le pregunto. Y cruzo las piernas sobre la silla.
- Casi ocho.
-¿Hacerme el qué?- No puedo describir la cara que me pone. Me intimida. Me da miedo una niña de "casi ocho" años. No dice nada.
- Mírate. Vas en pijama.
-Si, eso es porque me acabo de levantar-contesto.
- Ya, pero es tarde.- Miro el reloj de la pared, pero no tiene agujas. No se qué hora es.
-No. No es tarde. Y, además ¿tarde para qué? Y voy en pijama porque es más cómodo.- Le explico.- Además, no sé por qué te quejas. Tú también llevas uno puesto.
Sonrío. He ganado. Bebo un largo sorbo de leche y vuelvo a mirar a esa curiosa niña que no deja de hacerme preguntas. Pero ya no está. No está ni ella ni el tazón de cereales que se estaba tomando hace unos segundos.
Suspiro. Tiene razón. Ya es hora de tomar decisiones, aunque lo odio. De pequeña solía pensar que eso era algo de mayores. Que yo nunca tendría que hacerlo. Me parecía una estupidez. ¿Para qué pensar antes de actuar?- decía.- Y hacía justo lo que me apetecía hacer.
Ojalá fuera pequeña de nuevo...



El tiempo es relativo

Se consume el tiempo entre el sonido del teclado. Y no soy capaz de otra cosa que cerrar los ojos e imaginar que el tiempo no es más que una estúpida medida que nos inventamos para saber qué es lo que más nos importa. Y es que es precisamente eso a lo que más tiempo dedicamos y sin darnos cuenta se nos pasa volando. Puede que la mayor parte de nuestro tiempo la pasemos pensando. Y perdemos el tiempo. Porque... ¿para qué pensar en ciertas cosas que es poco o quizás nada probable que vayan a pasar?
Creo que es porque nos aferramos a nuestros deseos. Porque para nosotros eso es lo más real que existe y ni siquiera el tiempo puede arrebatárnoslo. Somos libres. Y nadie puede quitarnos eso. Ni siquiera  el objeto de nuestro deseo. Y eso es tan dulce como idiota. Pero ¿qué sería del mundo sin idiotas, o como a mi me gusta llamarnos: soñadores?....


jueves, 3 de octubre de 2013

Querido Bee Man:

Este es mi regalo para ti, y a la vez el comienzo de lo que he decidido llamar:

 "Cien formas de torturar/asesinar/maltratar a mi amigo Andrés"

Creo que puede ser un bonito título para un futuro proyecto de novela en el que llevo trabajando un tiempo.
Espera, no te engañes, no he trabajado en él. Lo que pasa es que a veces voy por la calle y se me ocurren ideas para capítulos, claro que todo queda archivado en alguna parte de mi mente a la que para tu desgracia, solo yo y mi subconsciente tenemos acceso. Pero algún día, tal vez, cuando nuestros caminos se hallan separado, y entres en una librería verás perdido entre los estantes algún que otro ejemplar de mi libro y te acordarás de mi.
Enfin, sé que nunca cumplo los plazos de envío, ni siquiera esta entrada perdida en mi blog está escrita a fecha de tu cumpleaños, pero me perdonas, porque tengo licencia de amiga. No es una pregunta.
Que sepas que no quiero decirte lo típico, ya sabes eso que dice todo el mundo de oh qué mayor y cuanto me alegro de tenerte en mi vida y bla bla bla... porque sé que al final acabarías creyéndotelo y no es plan.
Así que me limitaré a pedirte que dejes de ser tan bohemio porque lo siento, eso ya me lo he pedido yo. Con cariño ;)
Vale, a ver, varios consejos: no dejes de hacer lo que te gusta, incluyendo eso de ponerte una nariz de payaso y hacer reír a la gente sin motivo alguno salvo el hecho de tener una mínima oportunidad de ponerte en ridículo. Es una de tus mejores facetas. No la pierdas. Prohibido.
No dejes de escribir ni de soñar. Para Freud estamos hechos prácticamente de sueños, y estoy segura que estarás de acuerdo conmigo en que sin sueños la vida pierde gran parte o más bien todo el sentido que pudiera tener.
Bueno, por último recordarte que aunque correos nos odie no pienso dejar de escribir cartas. Viva la rebeldía. Ah! y una cosa más: a ver cuando nos volvemos a ver de nuevo los tres, como aquella vez y nos ponemos al día. La lluvia tú y yo.


PD: Casi se me olvida... Felicidades!!!! Espero que lo pasaras muy bien el año pasado porque este promete mucho más y tú eres el encargado de hacer que sea alucinante. No me decepciones. 
Recuerdos de tu amiga... la escritora ^^