lunes, 15 de diciembre de 2014

Sherlok Holmes y el misterio de los culpables señalados

Están por todas partes, por lo que Sherlock en seguida abandona, no tratándose, pues, de ningún misterio. El caso ya está resuelto de antemano.
Desaparece de escena nuestro cotizado detective y aparece Watson, en su salón, sentado en un sillón antiguo de terciopelo rojo, o en uno moderno de estos actuales que parece que se hayan dejado la comodidad en la casa del fabricante.
Allí está, Watson, pluma (o en su defecto el bolígrafo bic azul) en mano, preparado para redactar una crónica para el Lloyd´s List.
La mañana del día que sigue temprano se imprime el ejemplar y sus correspondientes copias.
Nuevo correo, cojo mi móvil y comienzo a leer, al pie de página, firma el médico inglés:

"Andamos, con la mirada fija en algún lugar del suelo, embobados e intentando pasar desapercibidos. Sentimos vergüenza y tenemos miedo. Miedo a que se fijen en nosotros por un segundo y comiencen a señalarnos con el dedo: ¡HAS SIDO TÚ!  ¡CULPABLE! 
Voces sin dueño que sueltan desproporcionadas y vanidosas acusaciones en nuestra contra. Queremos llorar. ¿qué hemos hecho esta vez? ¿en serio es tan difícil asumir el propio fracaso que tenemos que culpar a otro?

Pero no salimos absentos de este absurdo, puesto que en cuanto los engranajes cambian de sentido la cólera nutre nuestras venas y nos alzamos en masa para gritar: ¡TODO ES POR TU CULPA! mientras señalamos al primer inocente que ha tenido la desgracia de pasar a nuestro lado en semejante momento de nuestras vidas. Pobre desdichado. 
Ridículo, pero presente como la más profunda e incomprensible de las verdades. Ahí está, y no hacemos nada. La facilidad de quitarnos de encima el lastre que supone el error supera cualquier sentimiento de culpa... y qué bien sienta caminar liberados de la asfixia que produce el embotamiento del derrumbe causado por nuestras propias decisiones. Siempre podremos decir que nos vimos condicionados por la frase que se dijo esa misma noche en la cena, o que jamás salieron esas palabras de mi boca, fueron una mal interpretación de un público que trata de agenciarnos sus propios proyectos caídos. Un ángel negro, la culpa... sin duda así es."

Miro a través del cristal y repito ¡TÚ ERES EL ÚNICO CULPABLE DE TODO CUANTO ME SUCEDE! Y no puedo hacer cosa alguna que enmudecer cuando mi reflejo me guiña el ojo al otro lado del cristal.



                                                                                                       Att: LadyWinter


Ciclos cerrados

La locura ya estaba tan insertada en su mente como si se tratara de un microchip de última generación que acaban de sacar al mercado. No podía permitirse quedarse al margen de la sociedad.
Consume locura, la bebe y se emborracha de ella, la vomita. La abraza, cuando ya nadie la quiere y todos se han olvidado de su sabor dulzón. Finalmente la abandona, como si estuviera en su camilla de hospital, alimentándose del poco oxígeno que le queda, la pobre y moribunda locura.... desaparece.


Un ápice de atención, el que tú quieras, el que tú le regales. Sólo necesita eso, tan simple, tan sincero. Y tú no sabes cómo dárselo. Consideras que estando es suficiente, tu cuerpo se halla presente y con eso le tendría que valer. Pero ya no quiere cuerpos, quiere almas. Necesita palabras que calmen su angustia y abrazos que la conviertan en protagonista de tu querer. Necesita tanto amor... es tan dependiente como un recién nacido, e incluso más, ahora que ya es consciente de que forma parte de este mundo.
No creo que se esté volviendo loca, al fin y al cabo la locura solo es un ciclo cerrado que vuelve a nacer cuando toca a su fin.
No creo tampoco que la abandones a su suerte o que la desprotejas, no por Dios, no.
No creo que las cosas sean blancas o negras, no creo en los polos.
Creo en ella, un ciclo cerrado que se retro alimenta de su propia percepción del mundo, y que sí, por desgracia sólo ella es capaz de abrir.

   Suerte en la búsqueda de tu llave, esta canción es para ti.

                                                                                                         Att: LadyWinter




miércoles, 26 de noviembre de 2014

Tú representas tormenta, yo tu triste complicidad

Respiro profundamente, e intento no hundirme. Es como si cada bocanada de oxigeno que entra en mis pulmones fuera un golpe de remo que me permite avanzar en la tormenta en la que nos hemos sumergido juntos.
Y disminuye mi ritmo cardíaco aunque no lo pretendas, aunque esa no es la reacción que estabas esperando. Pero, sinceramente, ¿cómo quieres que reaccione?
Vuelven a golpearme tus "inocentes" palabras. Y sé que no iba en serio, que no lo crees... O que por lo menos no eres consciente de lo que estás queriendo decir cuando articulas todos esos sonidos, esos fonemas que viajan en el eco grave de tu voz.
Nunca se te ha dado bien eso de pensar en las consecuencias. Y es que meterte a remar en este barco significa hacerlo con fuerza, con constancia y contra el viento.
Pero te empeñas en ser tormenta en lugar de apaciguar este colérico instante.
Aún así, no dudes de que te quiero.
Eres mi tormenta y mi océano enfurecido, pero yo también soy cómplice de tus delitos cuando creo estar navegando y se que, en el fondo, nunca en mi vida he visto el mar.


Att: LadyWinter

viernes, 21 de noviembre de 2014

Arte obtuso

Y bailaba, como si no hubiera existido un ayer, como si no fuera a existir un mañana.
Bailaba, y su escenario era el más controvertido, y sus espectadores éramos los más fugaces que ella jamás.... Me pierde.
Él al piano, ella dueña de su cuerpo y de cada uno de sus más volátiles movimientos. Decidida a no detenerse con cada paso que precede al anterior. Decidida a ser sólo ella en ese preciso instante, sin máscaras. Y es hermoso.
Baila, esta vez en presente. Está allí, en cuerpo y alma, en un ahora inmediato y eterno.
Es esa hoja de Otoño que se deja mecer con el vaivén del viento. Y va, y viene, y (de nuevo) no se detiene.
Y en las entrañas del embelesante mundo subterráneo de la ciudad, una mujer oye la voz de su yo interior, y responde espontánea al grito de su alma. Se une al baile e intenta convertirse en el espejo de simetría de la incesante danza. Un gesto de complicidad. Un detalle de dulce delirio que ambas comparten como si se tratara de un secreto que ninguna tuviera intención de guardar.
Y se bañan con las curiosas miradas de los que deciden apartar dos segundos sus ojos del teléfono móvil. Miradas ausentes y vacías, sarcástica metáfora de su propia soledad.
Pero no les importa. Se nutren de la música y de su ignorancia.
La segunda mujer abandona el escenario, coge su tren y se difumina como un mero recuerdo sin importancia fácil de olvidar sin ningún tipo de escrúpulos.
Yo misma la olvido. “Ya la recordaré más tarde cuando la pinte con palabras en alguno de mis escritos”- pienso. Y todo sigue fluyendo, ajeno a su ausencia. Y parece que ahora que ya no está, es ella la que se ha convertido en protagonista del baile inmortal.
Pero no quiero, me niego a que sea ella el centro de estas líneas.

Y se oye el devenir de los pasos de los que se refugian bajo tierra, el devenir de sus vidas y el arrastrar de sus cansadas decisiones. Pero yo no escucho nada de eso, nada salvo sus pies besando el aire y mordiendo el suelo.  





                                                                                                         Att: LadyWinter

jueves, 13 de noviembre de 2014

Quejarse por quejarse y no ver más allá

Y es que le das importancia a cosas tan vanas...
Siempre hablando de contenido y descuidando las formas, el respeto.....
Estoy cansada. Muy cansada. Tanto que siento como si mi cuerpo estuviese lleno de plomo y cada paso adelante fuera un auténtico calvario.
Gritas, otra vez. Mi cabeza estalla y estoy segura de que si Freud fuera testigo de la tontería que envenena a nuestra familia, se echaría a reír y a llorar al mismo tiempo, perplejo por no haber contemplado semejante estupidez unida en tan poco espacio.
Peleas nocturnas, esas son sin duda las peores. Lo son porque antes de irme a dormir noto un bulto en mi cabeza, una bola de espesa frustración acumulada. Y no se va. No se disuelve ni siquiera cuando me hallo en las profundidades de la fase REM. Ni siquiera entonces decide abandonarme. Y ahí se queda, tan agusto, como si hubiera encontrado su hogar, mi mente.
Despierto cada mañana y suplico, y de rodillas le pido a Dios que cesemos ya este teatro de cizaña que nunca acaba. Y Él me da un poquito de paciencia para que la dosifique a lo largo de la semana. Por eso hay veces que la agoto y todavía estamos a martes; y tengo que arreglármelas como puedo para pasar el menor tiempo posible sumergida en este infierno. Y me entristece.
Todo se remonta a un cambio en nuestras vidas, un idílico "y comeremos perdices" que jurasteis que existiría en nuestra nueva vida. Mentiras. Todo son mentiras. Ese "estaremos TODOS juntos" es mentira. Y en esa mentira se apoyan las peleas y los enredos, los gritos y las sandeces.
En que faltas tú, el toque de humor y la gota de paz. Faltan tus "buenos días pequeños duendecillos del bosque". Y mil cosas más en las que no pienso detenerme.
No me detengo en detalles de cómo eres porque no quiero que suene a que no te veremos más o yo que sé. Sólo quiero que vuelvas, que traigas de nuevo esa calma que en tantos momentos he sentido ausente o a kilómetros de distancia. Maldita distancia. Tú debes de estar sufriendo también. Tú el que más. Lo siento papá, siento no darme cuenta de que si hay algo por lo que merece la pena seguir luchando porque la convivencia no se hunda, es por tí, por nosotros.


Att: María

La bailarina que no sabe lo que dice y el soldado que la escucha y sonríe

Hace frío bajo el abrigo de mi mente.
Y mi piel, ajena a todo, arde.
Huele a té de vainilla
Y sabe a chocolate blanco.
Mientras tanto tu mente llora, tu piel me culpa y no huele ni sabe a nada.

Los de letras gobernaremos el mundo
Ya te lo dije.
Pero nadie es mejor que nadie...
y las contradicciones nunca mueren.
Mientras tanto volvemos a la Edad de Piedra, donde las palabras son gestos, las miradas jueces y nosotros dormimos junto al fuego.

Romper, amar, gritar, saber, ignorar....
¿por qué la falibilidad humana nos hace tan frágiles?
Nuestra propia naturaleza es contraproducente
la lucha por la supervivencia y contra la debilidad inherente a nuestra condición de ser personas
Frustración que se cobija y se alimenta de la no-comprensión.

Muere y vive soldado,
No dejes que te lleven en su barquito de papel.
Vive y se eterno mi fiel amigo,
seamos juguetes que fingen no latir en desesperados intentos de pasar desapercibidos.



Att: LadyWinter

Hasta que tú digas ¡¡¡Basta!!!

Me pregunté si de verdad sabías todo lo que me pasó. Y la respuesta era obvia. No, tú no sabías nada...no lo sabes. 
Cómo lo vas a saber si no me conoces, si no existes. Tal vez hubo un tiempo en el que solíamos jugar a coger el agua de la lluvia con el paraguas del revés, pero eso fue antes de que pasara todo. 
Todo lo que nunca pedí que sucediera. Y sigues sin saberlo.
Y te preguntas, y me observas, y me preguntas si estoy bien. Callo. 
Lo estaré, supongo y te contesto que sí. Las cosas pasan, la vida pasa y así mismo lo hacen las personas y los recuerdos. 
Y parece que todo va cambiando. La luna cambia, cambian mis ojos que ya no ven las mismas cosas cuando otean los mismos horizontes. Y se que son los mismos porque recuerdo haber estado antes allí, sin embargo, nada es igual. 
Vueltas y más vueltas....el destino mareado que me vomita en este preciso instante. 
Llueve, pero ya no será tristeza resbalando por mis mejillas. Llueve, regalo del cielo el agua que me golpea y me empapa. Llueve, y sabe a gloria.
 El tiempo... el tiempo dejará que todo pase, y curará nuestras heridas. 



Att: LadyWinter

domingo, 9 de noviembre de 2014

Dos días desde hacía un amor perdido

Fue pasado.
Fue lo que los dos quisieron que fuera.
La ternura de él y la estupidez tan arrogante de ella.
Fue como sentir que era un error decir adiós.
Una súplica por parte de él y una fría negativa por la de ella.

Fue presente.
Fueron acordes de guitarra y un círculo que encarcelaba la luna.
Una sucesión de sonrisas en los labios de ambos, fue nostalgia en su cabeza. 
Una profunda charla sobre control social y rebeldía ideológica.
Fue frío en sus pies y vaho en los cristales al amanecer.

Fue futuro.
Fueron ganas de volver al pasado y permanecer en el presente.
De abrazarse, y no soltarse, y permanecer así durante un tiempo indefinido.
De no romper jamás el contacto, ni la complicidad, ni los recuerdos.


                 

Att:LadyWinter

viernes, 7 de noviembre de 2014

Ayer no soñé con el rey de los payasos

Ayer no soñé con el rey de los payasos. Ayer no soñé con esas hadas que desaparecen en presencia de maggles, ni con la reina de las nieves. Ayer no soñé que paseábamos por Madrid, ni que dábamos una vuelta en bici de noche, cruzando la Castellana sin un sólo coche que nos acompañase en nuestra Odisea. No soñé que lloraba porque desaparecías, ni que volvías a aparecer; ni que, cuando lo hacías, me llevabas en brazos (cual superman) a uno de los anillos de Saturno y, una vez allí, me besabas hasta que la imagen se convertía en una nebulosa de astros indeterminada y confusa.
Ayer no soñé nada de eso, ni muchas otras cosas.
Ayer no existió, ni su día ni su noche.
Ayer no me garantiza que hoy te vuelva a ver, o que te vea mañana, o que no seas más que un estúpido sueño.
Guardo silencio, y rezo porque no seas ayer, ni pasado, ni sueño. Rezo porque no seas ficción, ni un invento o creación de mi inconsciente.
Rezo a quién no sé poner nombre...te rezo a ti. Y te pido que tampoco seas mañana, ni la semana que viene, ni nunca. Porque no quiero que seas tan intangible como las ilusiones o tan abstracto como los Quizás.
Cierro los ojos, suspiro, me quedo profundamente dormida.
Y te suplico que seas Hoy.... por y para siempre.




No desaparezcas... Att: LadyWinter

viernes, 24 de octubre de 2014

Rojo escarlata

Una niña a la que ya consideraban mujer. Quizás por un criterio acordado en una tarde tediosa de domingo por algunas personas importantes de esas que fabrican leyes. Una mujer que no era niña tan sólo por el mero hecho de ser mayor de edad. O eso decían los que no sabían. 
Camina, y sus huellas arrítmicas la mecen y la conducen a su destino. Su destino: un autobús blanco sin pasajeros, un vehículo en el que sólo figuran las caras cansadas de dos enfermeros, tres enfermeras y un médico. Una plataforma móvil al servicio de la sociedad. La noche suplica la última ronda.

Sonríe y, carente de toda vergüenza, es la primera en pisar las escaleras que ascienden hasta el interior del habitáculo. Vuelve a sonreír. Su amiga y su hermana la siguen, pero puedo asegurar que ella es la portadora de la ilusión de lo que en unos minutos acontecerá.
 La enfermera les pide que tomen asiento en la parte delantera del autobús. Es la primera vez que está ahí arriba, y comprueba con una mirada curiosa que la distribución de los elementos no es la que ella está acostumbrada a encontrarse. La emoción recorre sus venas, las mismas venas que portan su sangre. 

El médico les dice que serán las últimas pacientes de la noche y entonces... la enfermera les hace una serie de preguntas. Todo bien, todo en orden. Todo salvo una cosa. Ella. 
Tal vez sea pura coincidencia, un error en la báscula o cosas que pasan y a las que no hay que darles más vueltas. 49,9. Un gramo esta vez es el que se atreve a marcar la diferencia. Como la décima que no te permite entrar en una carrera, en el grado que te gusta.
Esta vez no podrá donar sangre. Tendrá que esperar. Y lo hace. 
Espera en la calle, con las manos en los bolsillos de su cazadora vaquera. Al principio triste, deja que sus pies se mimeticen con el suelo de la ciudad. Quiere aterrizar en el asfalto, de forma inocua, y sin causar el menor ruido. Su ilusión se ha esfumado entre las páginas de los libros a un euro que hay en el puesto a escasos metros del autobús. Mira hacia el cielo y se pregunta ¿por qué? ¿por qué ella no puede salvar esa noche una vida? ¿por qué no habrá bolsas más pequeñas que recojan su líquido rojo escarlata? 
Se acribilla a sí mismas con preguntas que ni siquiera debería estar formulando. Y se da cuenta. Y recapacita.
Su cuerpo gira 180 grados y regresa al autobús. Borra la tristeza de su rostro y vuelve a sonreír. Sube los escalones, y llega a tiempo para ver como un enfermero le clava la aguja en el brazo a su hermana. Sonríe. Se alegra de estar allí esa noche. Su hermana también sonríe. Es esa complicidad tan difícil de expresar pero tan natural que no puede hacer menos que sentir un pinchazo en el pecho. 
Llámalo felicidad. 
Nuestra protagonista vuelve a su estado zen de alegría y se sienta en una de las camillas en las que no están atendiendo a nadie. Su hermana y su amiga están tumbadas, apretando la mano del brazo por el que se les está extrayendo la sangre. En el autobús, los enfermeros no dejan de pasearse preguntando a sus dos últimas pacientes si se encuentran bien. Y mientras tanto, nuestra pequeña y sonriente amiga tararea en voz alta las canciones que suenan por la radio a través de los altavoces. "Girls just wanna have fun, payphone,.... y una country que está seguro que ha sido por algún período de tiempo el tono de llamada del móvil de su padre". 

Al fin, la aventura toca el timbre del verano y las clases terminan. Los niños salen en manada del colegio, con el ardor en sus corazones de que el día no acaba ahí y que aún quedan mil experiencias por vivir. 
Una niña que nunca dejará de ser niña por más que se la considere adulta. Y la historia no puede acabar. Porque sus latidos siguen haciendo que su pecho oscile, y porque ella, bajo ningún concepto, permitirá que eso cambie. No si está en sus manos. 

                  

    *[...<<¿por qué no habrá bolsas más pequeñas que recojan su líquido rojo escarlata? >>]
                                                                                                             

                                                                                                              Att: LadyWinter












 

miércoles, 15 de octubre de 2014

El azar, la serendipia, la casualidad o el destino... ¡despierta!

Navegamos entre variables dependientes del propio latir de nuestros cráneos. Y abandonamos a la suerte los virus de la sociedad. Un estornudo y palabras sin sentido. Palabras rimbombantes que se graban en el eco extranjero explorador de tus venas.
¿Has oído hablar del azar como técnica de control? Silencio.
Oír sin escuchar y escuchar sin disponer de un estímulo auditivo. En mi cabeza comienzan a sonar las pesadas agujas del reloj de pared. Ruidos, objetos que no cesan de caer, esclavos de leyes de la naturaleza como la diosa Gravedad.
Escritura automática, tinta en mis dedos y un bolígrafo que no me pertenece. ¿Qué pertenece a quién, y quién es responsable de decidir mi capacidad para romper mis esquemas?
Mi mente ya está rota. Destrozada en mil pedazos en un impulso de autodestrucción.
Dicen que nos salvan, pero ¿quién nos rescata de esa voz estridente que nos adoctrina desde su trono?
Tú no. Y nadie. Y sigues preguntándote.... ¿por qué ese paraguas era amarillo? ¿casualidad o destino?
No te comas el coco, mientras tú le das vueltas a trivialidades tan simples, la gente sigue andando, robando y malmetiendo, así como los ríos siguen serpenteando hasta desembocar en el mar.
Entiéndeme, un mar tan metafórico como el agua que lo alimenta, una masa de nutrientes que nos da de comer y que da qué pensar.
Y paso página, y el cuento nunca acaba. El olor a biblioteca se cuela entre el código binario de tu ordenador. Inspiras, tomando una bocanada generosa de oxígeno, pero obviamente no hueles nada. Maldito sistema. Tan involucrado estás en él que crees cada palabra que te digo. Y si digo que no podrás oler desde tu casa el saber que encierra una biblioteca, ese olor dulzón y soporífero.... no lo harás. Te han alienado, han conseguido eliminar tu imaginación, tu creatividad, tu arma más poderosa.
No tienen ni un pelo de tontos, aunque se escondan tras la imagen viva de la ignorancia que fingen. Eres producto de su proyecto triunfal, el decir sin pensar, el hacer sin saber y no intentar ir más allá. Eres un muñeco manipulable, una marioneta que sonríe sin siquiera preguntarse la procedencia de su ficticia felicidad. Eres polvo, cenizas, ausencia de criterio.
Hasta que un día levantes la cabeza, y te desconectes de la fábrica. No será fácil vivir ahí fuera teniendo al mismo tiempo que pisar el terreno que edificaron para que andases. Costará salirse de las líneas sin que te señalen con el dedo y te tachen de diferente. Costará aprender que ser diferente es lo mejor que jamás podrías haber hecho por tí.



Se despide: LadyWinter
                                         



martes, 14 de octubre de 2014

Tu lunes de octubre

¿Qué piensas cuándo no estás pensando? Eres la chica que protesta por todo, la que guarda las distancias con el mundo que la rodea. No tengas miedo,¿crees qué nadie se ha dado cuenta?
Todos estamos preocupados por tí. Yo, como una tonta, la que más. Supongo que son rachas. No creas que lo digo como si supiera el remedio a tu soledad... no existen pastillas que curen tu tozudez. Eres tú la que debe decidir empezar de nuevo, eres tú la que debe encontrar el remedio.
Pero tu cabezonería aún es más grande de lo que pensaba. ¿Sinceramente?  Te echo de menos.
 Echo de menos reírme contigo hasta no poder más, y hacernos cosquillas como cuando teníamos siete años, e incluso de más mayores.
 El perro y el gato, dos bichos raros con su toque de misterio y melancolía. Cada una a su manera, pero no creas que somos muy distintas. Solo quiero que sepas que te quiero, que cuando quieras, para lo que quieras...me tienes,aquí estoy.
Sólo tienes que alzar un poco la cabeza y mirar. No estás sola.
En cualquier caso, ojalá todo te vaya bien siempre... Yo solo espero que encuentres tu lunes de octubre.



Att:LadyWinter

sábado, 11 de octubre de 2014

Y tú... tú no sabes, no quieres, no eres sin mí

Tíñete cielo de gris, y témeme
porque yo soy más oscura.
Me observas y te callas,
guarda silencio mientras puedas.

Tíñete color de miel y abrázame.
Pule, y barre, y déjame seguir andando.
Tirita e intenta esconderte de mi.
Sopla y pasa... sin que te vea.

Tíñete de psicopatía e ignórate
sé anónimo, muere y llora.
Púdrete en tu infierno de barro.
No tienes color que te describa.

Pero no te tiñas de rubor,
no dejes que perciba que me amas.
No, yo soy tu hija oscura.
Yo soy mi todo frente a tu nada.




miércoles, 8 de octubre de 2014

El arte de enseñar. Oda al educador.

Y comienzas desde el principio, pero nunca de cero. Desde pequeña el mundo me ha enseñado que nunca se deja de enseñar y mucho menos de aprender. Y aquí estoy, primer año de carrera, con mi dorsal puesto y la gente en sus marcas, ardiendo en deseos de seguir aprendiendo.
La docencia, ese campo tan amplio y delicado, ese área criticada y menospreciada por los más ignorantes.
Recuerdo con especial cariño aquella profe de cuando yo tenía cinco añitos. Aquella profe que educaba en valores a pequeñas personitas ataviadas con una bata rosa que apenas sabíamos qué había más allá del jardín de infancia.
Me viene a la mente también mi profe de lengua durante mi etapa en primaria. Un gran referente que siempre me apoyó y motivó para que yo diera lo mejor de mi. Él me enseñó a potenciar mi talento, a valorar mi esfuerzo y a no tirar la toalla.
Y así muchísimos más. Está ese monitor que sientes con especial cariño y cercanía, ese que te pregunta y te enseña con su escucha a escuchar. Está papá, explicándome de esa forma tan peculiar a no tener miedo a la oscuridad, está el amigo que nunca te abandona y que ser ríe contigo pero te enseña a estar presente cuando lo pasas mal.... Y asi infinitos ejemplos que conforman el índice de mi pasado y, en general, el de la mayor parte del mundo.
Porque todos tenemos a esa persona (s) a la que nos gustaría parecernos, porque ellos nos enseñan a querer ser mejores a todos los nieveles.
Y es que todos, de alguna manera u otra... Todos somos educadores e influimos en los que nos rodean. Por eso, esta entrada es una invitación a la reflexión, porque educar es una labor muy importante y no nos damos cuenta de que está en nuestras manos cambiar el mundo poco a poco.
Y ahora , sal afuera y mira el sol de cara, tú puedes brillar tanto o más que él. Está en tus manos ser luz para los demás.  

                   

Acabo con una frase de Rita Pierson, que dice así:
"Es difícil este trabajo, les apuesto a que sí. Pero no imposible. Nosotros podemos hacerlo, somos educadores, nacimos para marcar la diferencia".

Att: LadyWinter

lunes, 29 de septiembre de 2014

Telarañas

Querido, queridísmo lector:

Hola otra vez de nuevo. ¿Hacía cuantísimo tiempo que no hablábamos? Incontable.
Debo disculparme por ello. La última entrada tenía un título un tanto mustio y amargo, ésta simplemente es una transición a mi propósito de acudir a éste nuestro rincón más de vez en cuando. ¿Qué te parece?
A mi también, creo que es una gran idea.
Y dicho esto, me puedo despedir, porque esta entrada tan llena de palabras en realidad está bastante vacía. Sólo es una escoba alcanzando un techo lleno de telarañas polvorientas.


                                                                                               Hasta pronto: lady the winter

lunes, 14 de julio de 2014

triste

Ha vuelto. El temblor innecesario bajo la mesa. Mi pierna que obedece fiel a mi sistema nervioso. La impotencia.
Han vuelto. Las sonrisas vacías, los dolores de cabeza. Los espasmos.
Llevo demasiado tiempo reprimiendo sentimientos, demasiados días lejos de una consulta en la que descargar mi fragilidad y coger fuerzas.
No estoy preparada. Todavía no. Y créeme querido lector, quiero estar bien, recuperarme, dejar de llorar sin motivo, ser yo otra vez de nuevo. Sí, otra vez de nuevo, como antes, como siempre... lo hecho tanto de menos....


"Ojalá existiera una máquina del tiempo que me transportase a esos días cuando era pequeña y lo que más le preocupaba a esa niña de tres años era que le dijesen que no podía reírse tan alto."

sábado, 31 de mayo de 2014

Música y fragilidad

Me muero. Se mueren mis latidos y la sangre fluye lenta por mis venas, frágil, no dice nada. Susurra... Susurra locura y debilidad. El ser humano es débil. Débil y estúpido.

¿Y tú? Tú sigues tocando acordes, tal vez en tu cuarto, mientras la ciudad entera duerme. Y cantas, con dulzura, a la noche desierta.

Me muero. Se mueren las estrellas y los estériles sonidos del pasado. Sonidos ahogados, sin oxígeno. Sonidos apagados, enterrados en la memoria. Incoherencia y locura. Mis palabras destilan el perfume de esa fragilidad que nos hace imperfectos.

¿Y tú? Tú sigues sosteniendo la guitarra entre tus brazos. La amas, amas los recuerdos que te suspira al oído, amas cada nota, cada traste, cada parte de ese objeto capaz de crear  algo más, un sentimiento, un estado metafísico en el que tu alma descansa.

Te mueres. Te mueres de amor, y todo se queda encerrado en una canción que emana de tus labios. Lloras, tal vez porque no entiendes de qué va esto. Lloras, porque no sabes... No entiendes..... Lloras porque quieres y ríes convirtiendo ese instante en un completo absurdo. En el más rotundo de los sinsentidos. Te duermes.

¿Y yo? Yo me despierto en mitad de la noche. Sudando, con los ojos muy abiertos y las pulsaciones aceleradas. No puedo soportar la angustia que oprime mi pecho. No soy capaz de ignorar la constante oscuridad de mi cuarto. Mis pies descalzos hacen crujir la madera en el trayecto hasta el salón. Salgo a la terraza. Silencio. Tú duermes, tranquilo, en una nube de felicidad, de música, de acordes de guitarra. Yo pienso y me doy cuenta de que somos seres dependientes, condicionados, mortales,indefensos y frágiles.

Tú eres música..... Yo, fragilidad.


domingo, 4 de mayo de 2014

...que alguien adelante las agujas del despertador

Ya es mayo. Mayo, el mes de las flores y la primavera. Mayo, el mes de los exámenes finales.
Este año, por lo menos, será recordado por esto último: tardes y mañanas de sol ocultas en una habitación frente a un montón de libros. Una verdadera pesadilla.
¿Y quién puede negar que esto no sea más que un sueño? Los sueños, a veces, son muy vívidos. Sobre todo esos que crees que no puedes manejar hasta que tu subconsciente te manda un e-mail a la mente para decirte que te relajes, que nada de lo que estás sintiendo es real.
Yo todavía estoy esperando ese e-mail.
Aunque no creo que llegue.
Nietzsche diría que eso es de cobardes, que es propio de la persona débil, del que no es capaz de aceptar el sufrimiento y solo quiere el placer.
Maldito Nietzsche, tiene toda la razón. Si la vida fuera un eterno retorno tendríamos que amar cada instante, con sus momentos malos y con sus buenos, con sus fracasos y con sus éxitos.
Enfin, la teoría siempre es más bonita y más fácil en el papel.
Solo digo que si esto es una pesadilla, por favor que alguien adelante las agujas del despertador.



domingo, 13 de abril de 2014

pour TOI :D

Por supuesto yo no tengo esa dulzura que desprenden tus palabras. Eso es tuyo y de nadie más.
Sin embargo, sigue haciéndome gracia descubrir en mis labios esa sonrisa de tonta enamorada cuando leo lo que escribes.
Gracias por hacerme sonreír.
Te quiero amor ^^

viernes, 4 de abril de 2014

¿Quedamos mañana?

Siento interrumpir, es sólo que necesitaba verte. Ya sabes, lo de siempre: darte un beso y quedarme dormida en tus brazos... tal vez hasta que pasen cinco eternidades o seis.
Siento molestarte, es sólo que.... no sé.
Las luces están apagadas y la luz blanca artificial de la pantalla de mi ordenador juega a dibujar mi sombra.  Jolín. Se que estarás pasándolo bien, me he asegurado de pedirle a esta ciudad por favor que hoy esconda cualquier indicio de aburrimiento y lo reserve para otro día. Pero mi egoísmo me hace querer tenerte aquí, a mi lado, siempre.
Y ver una peli tranquila quizás o estar tumbados sin más; hablando y riendo. Merendando. Adoro merendar contigo. Creo que es una de las cosas que más me gustan de la vida. Sentarme en tu encimera con un vaso de leche fría en mi mano y una galleta de naranja de esas que tienes en casa. Me relaja estar en esa cocina, con tu chaqueta y contigo contando alguna anécdota. Me tranquiliza oír tu voz, escuchar la emoción que destila, como si fueras un niño pequeño que oye hablar por primera vez del polo norte y sus noches iluminadas por un juego de luces que todos llaman "aurora boreal". Tenemos que ir algún día. Ir a verlo. Y pasar por mil lugares. Y escribir mil historias. Historias de las que no necesitan tinta y papel. Historias que escribamos con besos, con nuestros pies al recorrer el mundo, con miradas y risas, y silencios que aniquilen el tiempo que somos capaces de congelar.
Querido amor, siento todo esto, estas palabras a estas horas tan extravagantes de la noche, obligar a tus ojos tal vez cansados a hacer un último esfuerzo para unir estas palabras en un texto coherente....
Pero realmente lo necesitaba. Necesitaba recordarte que te quiero. Decirlo, en voz alta. Escribirlo, y releerlo muchas veces. Y saber que tú lo sabes. Supongo que eso era todo.
Dulces sueños, te dejo una canción para que te acuerdes de mi mientras te pierdes esta noche en los brazos de Morfeo.


 PD: ¿ Quedamos mañana?

viernes, 14 de marzo de 2014

El eco de tus palabras

Lo dijo sin pensar, como quien canta una canción con los ojos cerrados porque se sabe la letra de memoria. Sin embargo, yo no conocía esa canción. Tal vez por eso la letra me chocó al instante, y empecé a escuchar el eco de sus palabras recorriendo mi mente.
"Las grandes esencias se guardan en tarros pequeños".
Sonreí. Fue algo inconsciente, espontáneo y fugaz.  Respiré profundamente y solté el aire en un suspiro. Miré a la noche a los ojos y me enamoré de ese instante.
Abrí la ventanilla del coche dejando que el viento jugara con mi pelo, dejando que la tenue luz de la luna enfocara la escena y la dotara de magia. Saqué el brazo fuera del coche y empecé a hacer ondas con la mano, notando como el aire se colaba entre mis dedos.
Íbamos a Atocha, esa estación tan bonita de Madrid.
Era una de esas típicas noches de otoño...

viejos escritos que me inspiraste

-No te gires. Espera. No estoy lista.- Y no te mueves. Y esperas.
Te tapo los ojos con mis manos por detrás. No digo nada. Tú guardas silencio. Tus manos atrapan con rapidez mi cintura y me acercas a ti. Yo aparto las manos de tu cara y te abrazo.
Y me quedaría así para siempre jamás, dormida de pie y drogada por tu olor. Pero despierto, vuelvo al mundo real y te conviertes en humo. Y los brazos que me abrazan son los míos. Cuándo aprenderé a decir las cosas en voz alta, a dejar de contradecirme, a vivir... y siento que tengas que pasar tú también por esto. Indecisión o tal vez falta de coraje, o miedo de aceptar el peso de tomar una estúpida decisión. Cuántas vidas atrás debí conocerte, y en qué circunstancias para que ahora no haya nada más que cobre el mínimo sentido. No lo sé. No sé nada. Susurra, habla bajito y di que tú también estás asustado, que no es una tontería, que no estoy paranoica. Escóndeme del mundo, y guárdame en las sombras, donde nadie pueda juzgarnos, porque no nos conocen. Quiéreme. Aunque ya lo hagas, con más fuerza, con tanta que levantemos el mundo.


domingo, 2 de marzo de 2014

Mi coche amarillo

Hoy no. Ni ayer. Ni mañana. Ni nunca. No quiero recordarte como un lunes por la mañana a primera hora o como un comer entre horas de una tarde de domingo para matar el tiempo. No quiero encerrarte en un momento concreto porque nunca has sido nada que yo fuera capaz de describir con un número exacto de palabras. No lo eres.
Debimos conocernos antes, mucho antes de nacer, mientras nuestras almas vagaban por la bóveda celeste en una de las teorías de Platón.  Debimos habernos conocido en otra vida, antes de que el mundo comenzase o de que estallase el Big Bang.
Si no no puedo explicarlo. Sigo sin saber cómo. Tampoco se por qué. Solo se que es, y es increíble. ¿casualidad? ¿destino? Sinceramente qué más da. Deja de darle vueltas a algo que ha pasado. Que está pasando. Sube al coche y perdámonos lejos, muy lejos de aquí. Y que todos se golpeen al pasar.


sábado, 22 de febrero de 2014

diecisiete, doce meses y una mañana

Ya puedes ir a la cárcel. Me reí. ¿Por qué todo el mundo hacía la misma estúpida afirmación? Me parecía estúpida porque era algo obvio pero sobre todo porque formaba parte de un esquema mental social que no se en qué momento ni quién había predeterminado. Sonreí. La gente me parecía tan... no se.... no se cómo me parecía la gente ni si quería aventurarme a hacer un juicio de ella solo por haberme dicho "Ya puedes ir a la cárcel" el día de mi dieciocho cumpleaños.
Volví a sonreír. La verdad es que ayer fue una sucesión de sorpresas, como un pequeño corto de personas en <<stop motion>> intentando hacerme pasar un día diferente. Y sí, la verdad es que lo consiguieron desde que abrí los ojos esa misma mañana hasta que los cerré (muy pasadas las doce) e incluso mientras dormía.
Me paro a pensar ahora, después de una noche un tanto ¿cómo me llamaste? ah sí: "peculiar".... el por qué de esa simpática frase. Ya puedo ir a la cárcel. Me río otra vez.
No puedo evitar pensar que no soy la primera a la que le dan un primer consejo en su mayoría legal de edad tan sincero y realista. Sin embargo, voy más allá. Y lo entiendo, aunque ellos al decirlo no se hayan dado cuenta. Y es que en el fondo, lo que vienen a decir esas seis palabras es que desde ya, respondo de mis actos ante la ley. Es decir, fuera del sarcasmo y la intención de sonsacar una sonrisa, todo el mundo es consciente de que llega un momento en el que nuestros actos tienen repercusiones.
Pero eso es algo que ya sabíamos en algún sentido desde pequeños. Entonces... ¿por qué está en todos la idea de responsabilidad a partir de una cierta edad?
 Tal vez es porque a partir de ahora darán por hecho que vas a saber asumir esa responsabilidad, aunque en ocasiones suponga mirar hacia delante con seriedad.
Por otro lado, y para mi con un mayor peso en el desequilibrio de la balanza; creo que el verdadero significado consiste en lo siguiente: Ya no eres un niño. Aunque duela, (y sí, en el fondo siempre arderá en tu interior el fuego de la infancia y la niñez....) ahora no es momento para ponerse sentimentales.
 Como decía, has crecido, y eso  conlleva que a partir de ahora has de empezar a coger las riendas de tu vida, para así dirigirla hacia donde tú quieras. Así que, querido lector, esto es todo por ahora.

                                                                     

domingo, 16 de febrero de 2014

marioneta

Se pregunta qué o quién tiene derecho a interrumpirle mientras duerme, abriéndole los ojos a la fuerza, y le obliga a abandonar el puerto cubierto de nieve en el que se encontraba hacía apenas unos segundos. Se despereza y sale de la cama.
Cada paso que da hasta la cocina contradice a su mente. No quiere volver a seguir la rutina de ayer.
Sin embargo, siente como si alguien le observara y no se atreve a cambiar el rumbo de su vida por una vez. Alguien tira de él, como tira del resto, jugando entretenido con los infinitos hilos transparentes que él tiene repartidos por su cuerpo.
Desayuna lo de siempre y se va al trabajo. A través de la ventanilla del bus todo parece moverse, aunque él sabe que permanece estático. Igual que todos los días.
Tal vez pequeños detalles hayan cambiado; como la gente que se fue de fiesta esa misma noche y hoy se ha quedado en casa con resaca y una laguna mental. Tal vez el hombre que conduce siempre su autobús se haya puesto enfermo y sea otro desconocido el que le lleva por un Madrid fantasma hasta su lugar de trabajo.
Suspira. Se dice a si mismo que si cierra los ojos y los vuelve a abrir volverá a su puerto nevado, en medio de ninguna parte. Solo. Y lo hace. Cierra los ojos y viaja a su rincón secreto. Se quita los hilos que le aprisionan y decide no volver a abrir los ojos. Al menos no en un tiempo considerable.
El bus se detiene en la última parada, y el conductor se acerca a su asiento y le pide que salga. Él le mira extrañado, dándose cuenta de que es el conductor de siempre, con sus gafas de pasta oscuras y su impecable aspecto con la raya del pelo hecha a conciencia en el lado izquierdo. El conductor insiste amablemente y él se baja.
En la calle le recorre un escalofrío. Se da la vuelta, alza la vista y ahí está: su oficina. Oye una voz sarcástica en su cabeza, una voz que se ríe sin compasión de su fortuna. Después silencio, y un hombre trajeado que se pierde entre la niebla como una marioneta, condenado a repetir día tras día la misma función.


martes, 28 de enero de 2014

¿te cuento un secreto?

Mentir es decir medias verdades, aunque tu no opines lo mismo. Cuando a veces me contabas que estabas enamorado mentías, porque no llegaste a decirme que ella tenía mi rostro y mi nombre; que "ella" era yo.
Y ¿sabes? yo también siento haberte mentido. Siento que cuando me preguntabas qué tal estaba, mi respuesta fuera "bien". Siento haberte mentido, o no haberte dicho toda la verdad. La verdad es que estaba (estoy) mejor que bien, estoy feliz... soy feliz.
¿Que por qué? No seas bobo, hace tiempo que lo sabes, sabes que eres tú. La razón de peso; la décima que marca la diferencia, una sonrisa en el momento exacto... un deseo que una estrella fugaz me concedió un día, algo real... real y mío, si no te importa... indefinidamente.



PD: Esta canción es para tí, un día me la regalaste y ahora te la devuelvo :) 
¿te cuento un secreto? 
te amo.

sábado, 18 de enero de 2014

Invierno

Querido invierno:
Esta vez es culpa tuya. Eres demasiado frío y congelas los pensamientos y los recuerdos. Así nunca podré olvidar. Y necesito olvidar.
Maldito invierno insensible, no consigo recuperar el calor de mi cuerpo ni siquiera en el amparo de mis sueños, que imaginan que no existes.... ¿por qué este año has venido tan de repente?
Indiferente, parece que ordenas al viento que arrastre tras de si, aburrido y ajeno a tus intenciones, las sonrisas y despreocupaciones de la vida; dejando la realidad más cruel al descubierto.
Y esta realidad, enfadada y desnuda...esta realidad tan fría y dura como tu corazón... esta realidad.... estalla de golpe en mi, y me hace daño.
Pero no creas que al venir, de la mano del viento, has conseguido dejarme desprotegida para siempre.... no pienses que no sabía que ibas a llegar. Es cierto que todavía no tengo armas para combatirte, pero tengo escudos que de momento frenan tu intento de calar en mi.
Y vale, habrá heridas profundas que solo los médicos puedan llegar a ver; ¿y qué? ¿crees que eso te hace más fuerte? ¿hasta ese punto  crees que puedo ser cobarde? No. Tengo miedo, mucho miedo, pero no te dejaré entrar en mi. No más dentro de lo que estás. Aguantaré hasta que te vayas, y haré lo que haga falta para que nunca en mi vida puedas llegar a helar mi corazón.
Querido invierno, frío y desalmado............ inclemente y sádica metáfora de mis recuerdos.