miércoles, 7 de noviembre de 2012

Here comes the sun


 Madrid era muy grande o ella demasiado pequeña, pero sus pies seguían recorriendo sus calles en ese día de lluvia.
El mp4 encendido en su bolsillo ponía música de fondo a su paseo sin rumbo. Iba sin paraguas, protegiendo su pelo ya mojado bajo la capucha de su chaqueta azul marina.
Y miraba hacia delante sin ver, proyectando recuerdos en las gotas que caían de un cielo pintado de gris. No pensaba volver a casa...nunca. Se había negado que aquél era un hogar, y eso la hacía mirar el lugar donde vivía como si fuera una cárcel, olvidando que fue ella misma quien había construido los barrotes antes de haberle dado una oportunidad al lugar.
Siguió caminando junto a The Beattles, con las manos escondidas en los bolsillos de sus tejanos y en silencio, absorta en su mundo; un mundo quizás demasiado idílico comparado con la realidad.
Siguió caminando, sin importarle su destino. A fin de cuentas, ¿quién cree en ese estúpido juego llamado “casualidad”? ¿quién se atreve a defender sus ideas, su filosofía de vida, o incluso su propia identidad?
¿quién sino una escasa minoría dentro de este mundo engreído es capaz de creer que todo es posible si se tiene un poco de fe?
Al fin y al cabo, y por triste que parezca, sólo esa dulce minoría cree en si mismos: un conjunto de ilusos, tal vez soñadores o sabios despistados... un conjunto de nombres no escritos entre los que, casi ilegible, y difuminado por una inocente lágrima, se encuentra el suyo.










1 comentario:

  1. Quizás seamos(o sea, o seamos, no importa) soñadores o ilusos, pero quizás solo sea que se llega a ver el mundo que todos consideran tan grande algo pequeño y maleable, y de ahí viene ese afán por cambiarlo. Yo sinceramente no me moriré sin intentarlo por lo menos :P

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