jueves, 26 de septiembre de 2013

Aunque volvieses

Quema. Duele. Y no se cómo te sientes. La llama sigue avanzando, arrasando todo a su paso, dejando una estela de humo, haciendo de ti el responsable de todo. Y fuiste tú el que prendió la primera cerilla.
Te alejas, como una sombra, sin decir adiós. Quema. Duele. Y no se cómo te sientes.
Estoy entre el fuego, ardiendo. Me derrito en medio de ninguna parte. No eres consciente de donde estoy, no quieres serlo. Te encuentras lejos y no vas a volver, y yo sólo puedo estar quieta, inmóvil, esperando a que lo recuerdes y vengas a por mi. Esperando a que me cojas y me lleves al fin del mundo como prometiste que harías. Pero las mentiras arden. Las promesas arden. Y el corazón duele.
Y de repente no quiero que vengas. No quiero verte. Nunca más. Si al menos supiera qué hay dentro de esa mente retorcida... si al menos me hablaras... si al menos.... Lloro, y mis lágrimas apagan el fuego. Y me quedo sola de nuevo. Y me voy. Por si acaso vuelves a buscarme, no estaré allí. No esperaré más.
Aunque ojalá  volvieses.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Last call

Coge el teléfono y marca cuidadosamente el número que aparece en la tarjeta. Espera dos pitidos y está a punto de colgar cuando alguien al otro lado de la línea responde.
-¿Sigue ahí?
Ella no responde y mira bajo sus pies, todo parece tan normal....
-Por favor, conteste!! Ayúdeme.
-¿que le ayude?
-Sí. Sálveme la vida.
-¿Yo?
-Por favor. Venga, la necesito. No puede morir, porque si usted muere moriré yo.
-¿Entonces qué más da?_ Lo dijo intentando defender su postura cuando se moría de curiosidad por saber quien era ese individuo que había contestado a su llamada. Y ella realmente no quería que por su culpa él se suicidase. Esa era su idea. No podía implicar más vidas.
Al otro lado de la línea solo se escuchaba silencio.
-Por favor, no lo haga.
-Mire, no se quién es usted, pero....
-Y entonces, ¿por qué me ha llamado?
Ella permanece callada.
Él cuelga. Y ella está asustada. Sus pies cuelgan del borde del edificio y ella está en shock. Él la llama desde atrás.
- No salte. Hágalo por mi.
Ella gira la cabeza y él corre y la abraza. Ella rompe a llorar y en la camisa de él se empieza a dibujar el miedo con sus lágrimas.
- Tranquila. Todo ha pasado, yo estoy aquí. Y mientras siga a tu lado no te pasará nada.

martes, 17 de septiembre de 2013

Miles de globos de colores

Es relativamente tarde y me apetece algo dulce. Cantidades infinitas de caramelos y azúcar. Y una montaña gigante de tortitas cubiertas de sirope de chocolate. Me apetecen fresas con nata. Y que cada mordisco me suma en el más profundo y oscuro olvido.Y si no es posible, tal vez me haga vagar en un sueño tan largo como para borrar algunos momentos. O no borrarlos, sino dejar difuminado el sentido que tiene que los recuerde ahora.Porque no tiene ningún sentido, carece totalmente de lógica. Pero es como una ecuación matemática; cuanto más intento alejarme de todo más cerca me encuentro. Es frustrante.

Ni siquiera llueve, ni siquiera hace frío. Estaría bien empezar de nuevo, como si nunca nos hubiéramos conocido. De cero. Estaría bien recordar un pasado que nunca existió. Uno independiente y nuevo. Uno simplemente diferente. Tal vez ahora no dolería al echar la vista atrás y pensar en ello. Y tal vez no tarde en dejar de doler. Pero por el momento, solo quiero miles de globos de colores que consigan que me evada al menos durante unos segundos.

                


















" Y volaremos, tan alto como nos sea posible, rumbo a las estrellas...."

lunes, 16 de septiembre de 2013

Lejos, muy lejos de aquí

Los juguetes todavía están tirados por la habitación de los recuerdos y no quieres guardarlos de nuevo en el baúl. Ese viejo baúl lleno de polvo que hace tanto que no abres y que huele a pasado. A pasado dulce y amargo. Y no sabes por qué pero allí todo está en blanco y negro, difuminado por el paso del tiempo. Borroso y equívoco. Tan real como un deseo deshecho en mil pequeños trozos de papel.
Ya no me acuerdo de nada. No fui y no se como he llegado a ser. No se si soy. No se quién soy. Y puedo ser quien quiera. Ya no estarás allí para decirme que no te gusta que me ponga tacones o para sostenerme por la cintura  y retenerme cuando me intente ir corriendo porque llego tarde. Aunque no quiera separarme de tu cuerpo ni siquiera un centímetro.
Pero ahí estás, mirándome desde el otro lado del cristal, desde dentro del baúl. Sabes a melancolía y deseo. Sabes a nostalgia. Eres pasado y apareces como un recuerdo: intangible y odiosamente dulce a la vez que amargo. Y doy cien vueltas en la cama hasta que consigo olvidarte, y cierro los ojos. Y ya no existes. Ni siquiera en mi mente, ni siquiera como un recuerdo, o como parte de mi pasado. Ni siquiera como presente.
Morir. Dormir. Querer ser el mejor en algo y descubrir que aún tienes mucho que aprender. Soñar.
Y muero. Y me quedo profundamente dormida. Y quiero ser la mejor en todo y descubro que tengo toda la vida por delante. Y sueño. Porque soñar es gratis. Y vuelo lejos, muy lejos de aquí.


domingo, 15 de septiembre de 2013

En el otro lado

Te chocas contra el muro. La primera vez es comprensible. Nadie lo ve nunca la primera vez porque hay que mirar a contraluz. Pero te levantas del suelo y... te vuelves a chocar. Parece que el primer golpe te ha desorientado, y te olvidaste de mirar a contraluz. Pero otra vez más, vuelves a caer en la trampa y esta vez no tienes excusa. Y retrocedes, porque no quieres avanzar hacia delante. No quieres esquivar el muro, saltarlo, ver lo que hay detrás, en el otro lado. Y vuelves a casa pensando en tus cosas.
Esta noche te dolerá. Te despertarás solo en tu cama y no sabrás por qué. Te retorcerás de dolor, tu cabeza dará vueltas. Y seguirás ignorando la razón. Y no podrás dormir hasta que se haga de día otra vez.
Saldrás a la calle, y cada paso te recordará que no quieres andar, que solo te importa una cosa y que lucharás por ella antes de rendirte. Pero una calle antes de llegar al muro te paras. Y te das cuenta. Nunca lo conseguirás si tus pasos solo retroceden, si no eres capaz de mirar más allá. Si tienes miedo.
Y tarde o temprano tendrás que tomar una decisión. Y lo harás, dejarás de luchar batallas perdidas y comenzarás nuevas. Porque no puedes vivir en el pasado. Porque eso es de cobardes. No admitir que has perdido después de haberlo intentado todo es repugnante. Y tú no eres así. Sabes perfectamente que no siempre se gana, aunque te parezca injusto.
Saltas y entonces te encuentras mejor. Allí, en el otro lado del muro. Y buscas desesperadamente a alguien que ya lo haya pasado. Pero te encuentras solo, como en muchos momentos de tu vida has estado y estarás. Porque cada uno tiene un muro diferente que pasar. Y nunca sabes que habrá detrás. Tal vez alguien haya saltado antes el mismo que tú, pero no verá lo mismo al otro lado. Porque cada uno es distinto y ve las cosas de distinta manera. Y tú no eres especial. No más que el resto del mundo.



viernes, 13 de septiembre de 2013

Un completo desconocido

¿Qué quieres decir? ¿Necesitas palabras? Yo te presto mi voz. Me sigues mirando desde la otra acera, y se que no quieres hablar. No quieres conocerme, aunque calculo que más o menos somos de la misma edad. Pero tú sólo tratas de intimidarme con la mirada. Pues te aviso, no va a funcionar. ¿Quieres parar? Está bien, me tienes, soy toda tuya, ¿qué quieres?
Sigues parado con tus ojos fijos en mi. Desde aquí no alcanzo a ver si son verdes o castaños. El semáforo cambia a verde y sé que tú también oyes el sonido agudo que hace mientras la gente cruza de lado a lado. Del tuyo al mío.
Pero ambos permanecemos quietos. El sol me alcanza con sus rayos mientras tú estás parado en la sombra. Me pregunto por qué eres tan jodidamente guapo. Ladeo la cabeza hacia la derecha, tú haces lo mismo. No se por qué pero me hace gracia. Doy un paso hacia adelante. Me imitas. Sonrío. No se cómo, pero ya formo parte de algo, un juego que acabamos de inventar en este instante. Y sigues siendo un completo desconocido.
Doy una vuelta rápida, y te miro. Tú te encojes de hombros y me repites, como si te estuviera poniendo las pruebas más fáciles, haciendo las preguntas de niños. Luego giras sobre tus pies y haces una reverencia. Yo me río. Tú volteas la gorra en tu cabeza, haciendo que la visera quede ahora para atrás. Me miras fijamente. Te pongo otro desafío.
Entonces cierro los ojos y me doy la vuelta. Porque sé que no lo harás. Y no me importa lo que piensen los demás viandantes. Cuento hasta cien e imagino que cruzas la calle. Te da tiempo hasta que me giro.... pero tú no querías conocerme y te has ido. Como una sombra, o una silueta en la sombra, has desaparecido. Como una brisa, un huracán... como un suspiro. Como esos años en los que creer en la magia tenía sentido. Como el humo de un cigarro o las tediosas tardes de domingo.
Cojo aire de nuevo y sigo mi camino. Y pienso que tal vez algún día, cuando ya nos hayamos olvidado... volveremos a vernos.



jueves, 12 de septiembre de 2013

Pequeñas acciones desinteresadas

Se me cayó el alma a los pies y no pude evitarlo, aunque yo también odiara que me pusieran esa estúpida mirada de compasión. Sin embargo él no lo notó, estaba demasiado concentrado tratando de rehuir las caras de la gente al mismo tiempo que pedía algo de dinero. No reparó en mí. Yo sólo era alguien más que podía ayudar y no lo hacía.
Y yo no tenía nada que darle, y eso me hacía sentirme aún peor. No poder hacer nada por ese hombre me estaba matando. Y aunque fuera una tontería intenté acabar el día haciendo pequeñas obras. Acciones voluntarias, detalles mínimos de los que nadie se percata pero que a la larga siempre quedan ahí guardados, en algún rincón de nuestra mente. Y aún así no me sentía mejor. Pero sabía que aquello era un comienzo.
Y pensé en lo injusta que es la vida de todas formas, que nos da unas condiciones y nos deja desnudos al destino, que nos da medios y nos los quita, sin tener un orden claro, creando desigualdades sin darse cuenta. Pero... ¿quién decide eso? ¿quién es el encargado de repartir las herramientas que nos ayudan a vivir? ¿quién...?
Tal vez seamos nosotros mismos, ciegos, que culpamos al Mundo... hipócritas.
Somos esos herederos de su pasado que no quieren cargar con las consecuencias de lo que hicieron aquellos que duermen en sus tumbas. Aquellos que nos precedieron y no pensaron en nosotros. Gente sin nombre que quiere cambiar el mundo y no sabe por dónde empezar.

Otro último Sol de Verano

Volvió la vista atrás reparando meticulosamente en aquellos momentos en los que su vida había dado un giro. Y no le extrañó su mirada, perdido y fuera de lugar, buscando un hueco o la manera de intentar grabar su nombre en algún sitio. Porque eso también le había pasado. Y esas cosas siempre crean frustración. Tal vez en algún sentido desánimo, porque al principio se tiene miedo. Miedo a que te olviden sin conocerte. Miedo a que no te den una oportunidad cuando tú no les has brindado ninguna. 

La calle vestía de indiferencia mientras los miles de ciudadanos la pisaban sin disculparse, y entonces ¿por qué se iba a sentir él de otro modo? Abrió sus labios en una amplia sonrisa y se dijo a sí mismo que aquel era un día perfecto. Y el miedo se evaporó de su frente tan rápido como se había convertido en pequeñas gotas de sudor.
Y le dio otra oportunidad a aquel día... que brillaba con la luz de otro último Sol de Verano. 




lunes, 9 de septiembre de 2013

Nada que recordar

No se quién te dijo mi nombre, o si ya lo sabías de antes. La cosa es que empezaste a llamarme y de repente, sin avisar, dejaste de hacerlo. Tan repentinamente como al comienzo, pusiste un punto y final. O es un punto y a parte pero yo no me entero de lo que escribes.
Intento seguirte el juego pero no se de que va, y sinceramente, me saca de quicio. Tú y tus ganas de tenerlo todo bajo control. No te conozco, y al fin y al cabo tú no sabes nada de mi. Pero la cosa es que sea lo que sea lo que quieras yo no puedo ver tus cartas. Y no quiero jugar ninguna baza hasta que tires. Porque es tu turno, te lo recuerdo.
Pero por favor avísame si ya no te queda nada en la mano, ni una sola frase para romper el hielo; o absolutamente nada que contar. Porque entonces sabré que te has olvidado de todo, aunque nunca hubiera nada que recordar.