lunes, 25 de noviembre de 2013

Sola contigo*

Salí pronto de aquella clase y sin mirar atrás en ningún momento, aunque el tiempo es relativo, depende quien sostenga el reloj. 
Para mi el día, fuera de esos muros, extendía sus brazos como si fueran las manecillas, indicándome que aún quedaban horas para que brillase el sol cuando; minutos antes, todo parecía estar en blanco y negro.
 Me senté en Moncloa, mirando fijamente a la carretera, absorta en los miles de coches que pasaban acariciando el asfalto. No pensaba en nada y no sabía por qué. No tenía nada que decir así que escuché. 
Cerré los ojos y me concentré en los intensos e incesantes latidos de la ciudad, con su ritmo acelerado, sin descansar un minuto para respirar... y descubrí que así era como me había sentido estos últimos días. Y tuve ganas de abrazar Madrid, de abarcarla con mis brazos y acunarla hasta que se quedase dormida.
 Tuve ganas de apagar el sol y encender la luna, de darle al botón de silencio, de escribirle una carta a mi querida amiga. Sonreí. Llevaba conmigo un cuaderno y el estuche (además de mil caramelos de limón en el fondo de mi mochila). 
"Querida Madrid:_ escribí arriba a la izquierda, comenzando una breve carta sin fecha que más tarde rompería_ gracias."

jueves, 14 de noviembre de 2013

take a brake

Tómate un descanso.  Vas corriendo a todas partes, y así es imposible seguirte la pista. No recuerdo cuando fue la última vez que estuvimos charlando en una terraza, o tomando un café o simplemente intercambiando recuerdos en cualquier parte. Tal vez nunca.
Mira a tu alrededor, el mundo está harto de que andes por ahí sin mirar por donde pasas, solo concentrado en tu destino. Detente y observa, aprende que de todo se puede aprender algo positivo. Enseña a los demás a bajar el paso, a calmar sus pulsaciones, enséñales a respirar. Siéntate a su lado y tómate un descanso.



miércoles, 30 de octubre de 2013

Dentro del laberinto*

-Érase una vez, una jovencita cuya madrastra le obligaba siempre a quedarse en casa cuidando del bebé; y el bebé era un niño mimado, era todo para él y la jovencita era prácticamente, una esclava.
Pero lo que nadie sabía era que el rey de los goblins se había enamorado de la chica y le había dado ciertos poderes... y por ello la chica sufría en silencio; hasta que una noche, cuando el bebé había sido especialmente cruel con ella, llamó a los goblins pidiendo ayuda... "Di las palabras correctas" dijo el goblin, "nos llevaremos al bebé a la ciudad de los Goblins y tú serás libre". Pero la chica sabía que el rey de los goblins se quedaría al bebé en su castillo para siempre, para siempre, para siempre; y por ello la chica sufría en silencio. Hasta que una noche, después de todo un día de trabajo en casa y herida por las duras palabras de su madrastra, no tuvo más fuerzas para aguantar...
... ¡Rey de los Goblins! ¡Rey de los Goblins! 
¡si estás por aquí, llévate a este niño bien lejos de mi!
(-No es así, quién le ha enseñado esa idiotez?!
-La frase no empieza por "rey de los goblins!")
...Ojalá...ojalá...

ojalá vinieran los goblins y se te llevaran. Ahora mismo. 



domingo, 27 de octubre de 2013

Como si supieras de qué va esto

Como poder tocar el cielo sólo con ponerse de puntillas, o coger  una estrella con la misma facilidad que se trepa a lo alto de un árbol. Como los niños pequeños crecen deprisa y su inocencia se esfuma con cada cosa nueva que descubren. Como si cuando brilla el sol tuviéramos que estar felices o cuando el día es gris no hay nadie que no sienta ganas de llorar. Como los hospitales huelen a esperanza y al mismo tiempo destilan nostalgia. Como se crean recuerdos, como se olvidan. Como el olor del pan recién hecho, como la amargura de ese hecho que nunca va a a cambiar. Como no poder volver a la infancia o retroceder a la primera vez que tus labios rozaron los de otra persona; o al primer beso que sentiste de verdad. Como las mentiras que se dicen por compasión, como la cizaña que envenena las relaciones, como la risa contagiosa, como quien ha dejado de creer en el amor.
Como un signo de puntuación que cambia el significado de toda una frase. Como el aburrimiento. Como tener que estar estudiando y en cambio, perder el tiempo en otra redacción absurda e incoherente que alguien leerá por casualidad, antes de olvidar por completo el verdadero fondo que quiere dejar la escritora reflejado en unas pobres lineas desordenadas. Como si seguir leyendo estas palabras tuviera sentido. Como si, en algún momento (querido lector) tuvieras alguna idea del por qué de todo esto.

Para tí, porque mereces que todos los días alguien te dedique su tiempo, su imaginación y su alocada idiotez. Para tí........ porque me apetece. 
                                                                                                                       ATT; la escritora

miércoles, 16 de octubre de 2013

Punto y aparte

Le hice una foto mental. Cerré los ojos durante un instante y archivé la imagen en mi memoria.
Estaba volando, o al menos, tenía esa sensación. Y no tenía miedo.
El viento silbaba en mis oídos, y me puse la capucha de tu sudadera negra, la que me prestaste, para evitar que me despeinase. Escondí mis manos en el interior de las mangas, abrí mi cuaderno y, como de costumbre, empecé a escribir.
Me pegué a la pared y me acurruqué lo más lejos del borde posible; por si de repente se apoderase de mi un impulso de saltar al vacío; me diera tiempo a abandonar esa estúpida idea fuera de mi cabeza. 
No hacía calor. Tampoco frío. Tenía tu olor impregnando mi piel.
Empecé a dibujar letras en el blanco del papel, manchándolo con tinta; sin remordimiento alguno.
Me sentía poderosa, con Madrid a mis pies. Entré de nuevo en el cuarto, que ahora estaba vacío, y cerré la ventana dejando la ciudad en un segundo plano.
Eso pasó aquel día, aquél en el que tu y yo sólo éramos amigos. Aquel día que tanto tú como yo sabíamos perfectamente que en un futuro dejaríamos de lado ese "sólo".
Pero hoy todo ha vuelto a la normalidad. Y tú ignoras que yo ya lo decidí por los dos. Lo hice esa tarde mientras pensaba en todas las historias que nos daría tiempo a escribir, mientras pensaba en todas aquellas que dejaríamos en blanco. Mientras tú no pensabas en mi. Aquella tarde decidí que algún día como hoy... volvería a estar sola. Y se lo susurré al oído a Madrid, y ahora todo el mundo lo sabe. Todo el mundo sabe que terminamos de leernos en aquel punto y a parte.


viernes, 11 de octubre de 2013

inestabilidad

Releo lo que escribiste en los charcos de la ciudad, pisando tus palabras y olvidando a qué sabe el sonido de tu voz. Ayer la lluvia no se dejó caer por las aceras y en esos charcos, inexistentes espejos de tu sombra, escondo mis deseos. Nunca los guardo para ti. Y es que se que no mirarás, y por eso sé que estarán a salvo.
El olor de la madera me recuerda a aquella vez en mitad del bosque, aquella vez que me perdí a tu lado, aquella vez que ni tu ni yo nos conocíamos. Y el perfume se queda grabado en mi almohada. El perfume de lo que nunca ha pasado.
Hay una línea invisible que separa la locura de la razón, la inocencia de la madurez, la fantasía de la realidad... todos los polos opuestos. El equilibrio perfecto.
Ójala pudiéramos estar más cerca, uno a cada lado de la línea. Tan cerca que pudieras escuchar mis latidos sin tocarme. Pero ójala todo siga igual de inestable. Tal vez algún día sepas realmente quién soy.

domingo, 6 de octubre de 2013

Sombras de soledad

- 3....2....1.....Ahora.- El flash se dispara en el instante preciso, inmortalizando la imagen del joven que está sentado en el estudio.- Perfecto. Ya puedes irte.
El chico es alto, de pelo castaño y ojos verdes. Se levanta vacilante, y mira fijamente al anciano, que ya ha cogido el negativo de la fotografía. Al parecer se trataba de una de esas cámaras antiguas.
El anciano se da cuenta, y añade- Has hecho lo correcto. No te preocupes.- La habitación se sume en un incómodo silencio.- Ya puedes irte.- repite, pero esta vez su voz suena seria y firme.
El chico asiente, recoge su chaqueta de detrás de la silla y sale de allí sin mirar atrás.
¿Lo correcto? ¿qué era lo correcto? ¿acaso existe una norma que diferencie lo correcto de lo que no lo es? ¿algo que regule qué está bien o mal?

Vender su alma al diablo tan solo era una llamada de auxilio, un reclamo de socorro. Y no por ello estaba mal. Tampoco eso era suficiente para decir que estuviese bien. No había nada en su vida que mereciera la pena. Nada que se muriese de ganas por gritar en mitad de la calle, nada que susurrar al oído de nadie que quisiera escuchar sus palabras carentes de coherencia. Estaba vacío, como las sombras. No era más que un cuerpo. Y ahora, por fin, sin alma. Ya no sentía dolor. No sentía aprecio ni despreciaba. No era capaz de alegrarse o enfadarse o alterarse por ningún motivo. Todo había vuelto a su lugar. Las cosas eran sólo cosas. Las personas eran sólo personas. Nadie era mejor que nadie. Nada más extraordinario que lo demás. Todo estaba agrupado en un cajón de sastre y daba igual lo miraras por donde lo miraras. No tenía deseos ni ambiciones. No sentía apego por la vida ni tampoco por la muerte. No quería dormir ni comer ni buscarle respuesta a sus dudas, pues ya nada le inquietaba. Era como vivir en un mundo de fantasía, pensar que en cualquier momento despertaría entre el sudor de sus sábanas, asustado y con las pulsaciones aceleradas. Llevó una mano a donde estaba su corazón, pero no obtuvo respuesta por parte de éste. No estaba vivo, pero tampoco estaba muerto. Se encontraba perdido en un espacio-tiempo neutros donde no le hacía falta respirar, donde no era posible retroceder ni avanzar.
 Había perdido lo que había ganado, una máscara de indiferencia. Y todo por una estúpida idea que había deseado más que nunca en el mundo: abrazar la soledad.



sábado, 5 de octubre de 2013

Es domingo por la mañana

Despierto. Llaman a la puerta aunque no recuerdo haber quedado con nadie. Abro,todavía con los ojos entrecerrados y bostezando. Al otro lado de la puerta aparece una niña pequeña con una sonrisa que le llega hasta las orejas. Me quedo en shock unos segundos sin saber qué hacer. Ella no deja de mirarme, con esa mirada típica de los niños; con un toque de curiosidad e inocencia. Es domingo por la mañana.
- Me apetece un tazón de cereales-me dice. Y entra sin que me de tiempo a decir una palabra. Cierro la puerta y voy a la cocina, siguiendo a esa pequeña que acaba de entrar en mi casa. Me hace gracia verla de puntillas intentando coger una taza.
-Espera- le digo- Toma.
Le alcanzo una y cojo otra para mi. Me sonríe de nuevo.
Nos quedamos en silencio mientras saco leche y cereales. Cojo dos cucharillas. Todavía estoy medio zombie. Me froto los ojos y me recojo el pelo olvidándome de algún mechón.
- ¿Cuánto tiempo vas a estar así?- me pregunta.
- Así... ¿cómo?  ¿qué quieres decir?
- Ya sabes, así como estás. Atascada en un domingo por la mañana.
- No te entiendo.- Ella juega con los cereales y yo recuerdo cuánto me gustaba hacer eso cuando era pequeña. Me parecía divertido ver cómo todos formaban un círculo perfecto dentro de otro dentro de otro hasta que quedaba sólo uno en el medio de la superficie de la taza. Sonrío y la miro con nostalgia. Ella se da cuenta y levanta la cabeza, dirigiéndome una mirada confusa con sus grandes ojos azules.
- No puedes hacerte esto. Tienes que pasar página.
-¿Cuántos años tienes? - le pregunto. Y cruzo las piernas sobre la silla.
- Casi ocho.
-¿Hacerme el qué?- No puedo describir la cara que me pone. Me intimida. Me da miedo una niña de "casi ocho" años. No dice nada.
- Mírate. Vas en pijama.
-Si, eso es porque me acabo de levantar-contesto.
- Ya, pero es tarde.- Miro el reloj de la pared, pero no tiene agujas. No se qué hora es.
-No. No es tarde. Y, además ¿tarde para qué? Y voy en pijama porque es más cómodo.- Le explico.- Además, no sé por qué te quejas. Tú también llevas uno puesto.
Sonrío. He ganado. Bebo un largo sorbo de leche y vuelvo a mirar a esa curiosa niña que no deja de hacerme preguntas. Pero ya no está. No está ni ella ni el tazón de cereales que se estaba tomando hace unos segundos.
Suspiro. Tiene razón. Ya es hora de tomar decisiones, aunque lo odio. De pequeña solía pensar que eso era algo de mayores. Que yo nunca tendría que hacerlo. Me parecía una estupidez. ¿Para qué pensar antes de actuar?- decía.- Y hacía justo lo que me apetecía hacer.
Ojalá fuera pequeña de nuevo...



El tiempo es relativo

Se consume el tiempo entre el sonido del teclado. Y no soy capaz de otra cosa que cerrar los ojos e imaginar que el tiempo no es más que una estúpida medida que nos inventamos para saber qué es lo que más nos importa. Y es que es precisamente eso a lo que más tiempo dedicamos y sin darnos cuenta se nos pasa volando. Puede que la mayor parte de nuestro tiempo la pasemos pensando. Y perdemos el tiempo. Porque... ¿para qué pensar en ciertas cosas que es poco o quizás nada probable que vayan a pasar?
Creo que es porque nos aferramos a nuestros deseos. Porque para nosotros eso es lo más real que existe y ni siquiera el tiempo puede arrebatárnoslo. Somos libres. Y nadie puede quitarnos eso. Ni siquiera  el objeto de nuestro deseo. Y eso es tan dulce como idiota. Pero ¿qué sería del mundo sin idiotas, o como a mi me gusta llamarnos: soñadores?....


jueves, 3 de octubre de 2013

Querido Bee Man:

Este es mi regalo para ti, y a la vez el comienzo de lo que he decidido llamar:

 "Cien formas de torturar/asesinar/maltratar a mi amigo Andrés"

Creo que puede ser un bonito título para un futuro proyecto de novela en el que llevo trabajando un tiempo.
Espera, no te engañes, no he trabajado en él. Lo que pasa es que a veces voy por la calle y se me ocurren ideas para capítulos, claro que todo queda archivado en alguna parte de mi mente a la que para tu desgracia, solo yo y mi subconsciente tenemos acceso. Pero algún día, tal vez, cuando nuestros caminos se hallan separado, y entres en una librería verás perdido entre los estantes algún que otro ejemplar de mi libro y te acordarás de mi.
Enfin, sé que nunca cumplo los plazos de envío, ni siquiera esta entrada perdida en mi blog está escrita a fecha de tu cumpleaños, pero me perdonas, porque tengo licencia de amiga. No es una pregunta.
Que sepas que no quiero decirte lo típico, ya sabes eso que dice todo el mundo de oh qué mayor y cuanto me alegro de tenerte en mi vida y bla bla bla... porque sé que al final acabarías creyéndotelo y no es plan.
Así que me limitaré a pedirte que dejes de ser tan bohemio porque lo siento, eso ya me lo he pedido yo. Con cariño ;)
Vale, a ver, varios consejos: no dejes de hacer lo que te gusta, incluyendo eso de ponerte una nariz de payaso y hacer reír a la gente sin motivo alguno salvo el hecho de tener una mínima oportunidad de ponerte en ridículo. Es una de tus mejores facetas. No la pierdas. Prohibido.
No dejes de escribir ni de soñar. Para Freud estamos hechos prácticamente de sueños, y estoy segura que estarás de acuerdo conmigo en que sin sueños la vida pierde gran parte o más bien todo el sentido que pudiera tener.
Bueno, por último recordarte que aunque correos nos odie no pienso dejar de escribir cartas. Viva la rebeldía. Ah! y una cosa más: a ver cuando nos volvemos a ver de nuevo los tres, como aquella vez y nos ponemos al día. La lluvia tú y yo.


PD: Casi se me olvida... Felicidades!!!! Espero que lo pasaras muy bien el año pasado porque este promete mucho más y tú eres el encargado de hacer que sea alucinante. No me decepciones. 
Recuerdos de tu amiga... la escritora ^^








jueves, 26 de septiembre de 2013

Aunque volvieses

Quema. Duele. Y no se cómo te sientes. La llama sigue avanzando, arrasando todo a su paso, dejando una estela de humo, haciendo de ti el responsable de todo. Y fuiste tú el que prendió la primera cerilla.
Te alejas, como una sombra, sin decir adiós. Quema. Duele. Y no se cómo te sientes.
Estoy entre el fuego, ardiendo. Me derrito en medio de ninguna parte. No eres consciente de donde estoy, no quieres serlo. Te encuentras lejos y no vas a volver, y yo sólo puedo estar quieta, inmóvil, esperando a que lo recuerdes y vengas a por mi. Esperando a que me cojas y me lleves al fin del mundo como prometiste que harías. Pero las mentiras arden. Las promesas arden. Y el corazón duele.
Y de repente no quiero que vengas. No quiero verte. Nunca más. Si al menos supiera qué hay dentro de esa mente retorcida... si al menos me hablaras... si al menos.... Lloro, y mis lágrimas apagan el fuego. Y me quedo sola de nuevo. Y me voy. Por si acaso vuelves a buscarme, no estaré allí. No esperaré más.
Aunque ojalá  volvieses.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Last call

Coge el teléfono y marca cuidadosamente el número que aparece en la tarjeta. Espera dos pitidos y está a punto de colgar cuando alguien al otro lado de la línea responde.
-¿Sigue ahí?
Ella no responde y mira bajo sus pies, todo parece tan normal....
-Por favor, conteste!! Ayúdeme.
-¿que le ayude?
-Sí. Sálveme la vida.
-¿Yo?
-Por favor. Venga, la necesito. No puede morir, porque si usted muere moriré yo.
-¿Entonces qué más da?_ Lo dijo intentando defender su postura cuando se moría de curiosidad por saber quien era ese individuo que había contestado a su llamada. Y ella realmente no quería que por su culpa él se suicidase. Esa era su idea. No podía implicar más vidas.
Al otro lado de la línea solo se escuchaba silencio.
-Por favor, no lo haga.
-Mire, no se quién es usted, pero....
-Y entonces, ¿por qué me ha llamado?
Ella permanece callada.
Él cuelga. Y ella está asustada. Sus pies cuelgan del borde del edificio y ella está en shock. Él la llama desde atrás.
- No salte. Hágalo por mi.
Ella gira la cabeza y él corre y la abraza. Ella rompe a llorar y en la camisa de él se empieza a dibujar el miedo con sus lágrimas.
- Tranquila. Todo ha pasado, yo estoy aquí. Y mientras siga a tu lado no te pasará nada.

martes, 17 de septiembre de 2013

Miles de globos de colores

Es relativamente tarde y me apetece algo dulce. Cantidades infinitas de caramelos y azúcar. Y una montaña gigante de tortitas cubiertas de sirope de chocolate. Me apetecen fresas con nata. Y que cada mordisco me suma en el más profundo y oscuro olvido.Y si no es posible, tal vez me haga vagar en un sueño tan largo como para borrar algunos momentos. O no borrarlos, sino dejar difuminado el sentido que tiene que los recuerde ahora.Porque no tiene ningún sentido, carece totalmente de lógica. Pero es como una ecuación matemática; cuanto más intento alejarme de todo más cerca me encuentro. Es frustrante.

Ni siquiera llueve, ni siquiera hace frío. Estaría bien empezar de nuevo, como si nunca nos hubiéramos conocido. De cero. Estaría bien recordar un pasado que nunca existió. Uno independiente y nuevo. Uno simplemente diferente. Tal vez ahora no dolería al echar la vista atrás y pensar en ello. Y tal vez no tarde en dejar de doler. Pero por el momento, solo quiero miles de globos de colores que consigan que me evada al menos durante unos segundos.

                


















" Y volaremos, tan alto como nos sea posible, rumbo a las estrellas...."

lunes, 16 de septiembre de 2013

Lejos, muy lejos de aquí

Los juguetes todavía están tirados por la habitación de los recuerdos y no quieres guardarlos de nuevo en el baúl. Ese viejo baúl lleno de polvo que hace tanto que no abres y que huele a pasado. A pasado dulce y amargo. Y no sabes por qué pero allí todo está en blanco y negro, difuminado por el paso del tiempo. Borroso y equívoco. Tan real como un deseo deshecho en mil pequeños trozos de papel.
Ya no me acuerdo de nada. No fui y no se como he llegado a ser. No se si soy. No se quién soy. Y puedo ser quien quiera. Ya no estarás allí para decirme que no te gusta que me ponga tacones o para sostenerme por la cintura  y retenerme cuando me intente ir corriendo porque llego tarde. Aunque no quiera separarme de tu cuerpo ni siquiera un centímetro.
Pero ahí estás, mirándome desde el otro lado del cristal, desde dentro del baúl. Sabes a melancolía y deseo. Sabes a nostalgia. Eres pasado y apareces como un recuerdo: intangible y odiosamente dulce a la vez que amargo. Y doy cien vueltas en la cama hasta que consigo olvidarte, y cierro los ojos. Y ya no existes. Ni siquiera en mi mente, ni siquiera como un recuerdo, o como parte de mi pasado. Ni siquiera como presente.
Morir. Dormir. Querer ser el mejor en algo y descubrir que aún tienes mucho que aprender. Soñar.
Y muero. Y me quedo profundamente dormida. Y quiero ser la mejor en todo y descubro que tengo toda la vida por delante. Y sueño. Porque soñar es gratis. Y vuelo lejos, muy lejos de aquí.


domingo, 15 de septiembre de 2013

En el otro lado

Te chocas contra el muro. La primera vez es comprensible. Nadie lo ve nunca la primera vez porque hay que mirar a contraluz. Pero te levantas del suelo y... te vuelves a chocar. Parece que el primer golpe te ha desorientado, y te olvidaste de mirar a contraluz. Pero otra vez más, vuelves a caer en la trampa y esta vez no tienes excusa. Y retrocedes, porque no quieres avanzar hacia delante. No quieres esquivar el muro, saltarlo, ver lo que hay detrás, en el otro lado. Y vuelves a casa pensando en tus cosas.
Esta noche te dolerá. Te despertarás solo en tu cama y no sabrás por qué. Te retorcerás de dolor, tu cabeza dará vueltas. Y seguirás ignorando la razón. Y no podrás dormir hasta que se haga de día otra vez.
Saldrás a la calle, y cada paso te recordará que no quieres andar, que solo te importa una cosa y que lucharás por ella antes de rendirte. Pero una calle antes de llegar al muro te paras. Y te das cuenta. Nunca lo conseguirás si tus pasos solo retroceden, si no eres capaz de mirar más allá. Si tienes miedo.
Y tarde o temprano tendrás que tomar una decisión. Y lo harás, dejarás de luchar batallas perdidas y comenzarás nuevas. Porque no puedes vivir en el pasado. Porque eso es de cobardes. No admitir que has perdido después de haberlo intentado todo es repugnante. Y tú no eres así. Sabes perfectamente que no siempre se gana, aunque te parezca injusto.
Saltas y entonces te encuentras mejor. Allí, en el otro lado del muro. Y buscas desesperadamente a alguien que ya lo haya pasado. Pero te encuentras solo, como en muchos momentos de tu vida has estado y estarás. Porque cada uno tiene un muro diferente que pasar. Y nunca sabes que habrá detrás. Tal vez alguien haya saltado antes el mismo que tú, pero no verá lo mismo al otro lado. Porque cada uno es distinto y ve las cosas de distinta manera. Y tú no eres especial. No más que el resto del mundo.



viernes, 13 de septiembre de 2013

Un completo desconocido

¿Qué quieres decir? ¿Necesitas palabras? Yo te presto mi voz. Me sigues mirando desde la otra acera, y se que no quieres hablar. No quieres conocerme, aunque calculo que más o menos somos de la misma edad. Pero tú sólo tratas de intimidarme con la mirada. Pues te aviso, no va a funcionar. ¿Quieres parar? Está bien, me tienes, soy toda tuya, ¿qué quieres?
Sigues parado con tus ojos fijos en mi. Desde aquí no alcanzo a ver si son verdes o castaños. El semáforo cambia a verde y sé que tú también oyes el sonido agudo que hace mientras la gente cruza de lado a lado. Del tuyo al mío.
Pero ambos permanecemos quietos. El sol me alcanza con sus rayos mientras tú estás parado en la sombra. Me pregunto por qué eres tan jodidamente guapo. Ladeo la cabeza hacia la derecha, tú haces lo mismo. No se por qué pero me hace gracia. Doy un paso hacia adelante. Me imitas. Sonrío. No se cómo, pero ya formo parte de algo, un juego que acabamos de inventar en este instante. Y sigues siendo un completo desconocido.
Doy una vuelta rápida, y te miro. Tú te encojes de hombros y me repites, como si te estuviera poniendo las pruebas más fáciles, haciendo las preguntas de niños. Luego giras sobre tus pies y haces una reverencia. Yo me río. Tú volteas la gorra en tu cabeza, haciendo que la visera quede ahora para atrás. Me miras fijamente. Te pongo otro desafío.
Entonces cierro los ojos y me doy la vuelta. Porque sé que no lo harás. Y no me importa lo que piensen los demás viandantes. Cuento hasta cien e imagino que cruzas la calle. Te da tiempo hasta que me giro.... pero tú no querías conocerme y te has ido. Como una sombra, o una silueta en la sombra, has desaparecido. Como una brisa, un huracán... como un suspiro. Como esos años en los que creer en la magia tenía sentido. Como el humo de un cigarro o las tediosas tardes de domingo.
Cojo aire de nuevo y sigo mi camino. Y pienso que tal vez algún día, cuando ya nos hayamos olvidado... volveremos a vernos.



jueves, 12 de septiembre de 2013

Pequeñas acciones desinteresadas

Se me cayó el alma a los pies y no pude evitarlo, aunque yo también odiara que me pusieran esa estúpida mirada de compasión. Sin embargo él no lo notó, estaba demasiado concentrado tratando de rehuir las caras de la gente al mismo tiempo que pedía algo de dinero. No reparó en mí. Yo sólo era alguien más que podía ayudar y no lo hacía.
Y yo no tenía nada que darle, y eso me hacía sentirme aún peor. No poder hacer nada por ese hombre me estaba matando. Y aunque fuera una tontería intenté acabar el día haciendo pequeñas obras. Acciones voluntarias, detalles mínimos de los que nadie se percata pero que a la larga siempre quedan ahí guardados, en algún rincón de nuestra mente. Y aún así no me sentía mejor. Pero sabía que aquello era un comienzo.
Y pensé en lo injusta que es la vida de todas formas, que nos da unas condiciones y nos deja desnudos al destino, que nos da medios y nos los quita, sin tener un orden claro, creando desigualdades sin darse cuenta. Pero... ¿quién decide eso? ¿quién es el encargado de repartir las herramientas que nos ayudan a vivir? ¿quién...?
Tal vez seamos nosotros mismos, ciegos, que culpamos al Mundo... hipócritas.
Somos esos herederos de su pasado que no quieren cargar con las consecuencias de lo que hicieron aquellos que duermen en sus tumbas. Aquellos que nos precedieron y no pensaron en nosotros. Gente sin nombre que quiere cambiar el mundo y no sabe por dónde empezar.

Otro último Sol de Verano

Volvió la vista atrás reparando meticulosamente en aquellos momentos en los que su vida había dado un giro. Y no le extrañó su mirada, perdido y fuera de lugar, buscando un hueco o la manera de intentar grabar su nombre en algún sitio. Porque eso también le había pasado. Y esas cosas siempre crean frustración. Tal vez en algún sentido desánimo, porque al principio se tiene miedo. Miedo a que te olviden sin conocerte. Miedo a que no te den una oportunidad cuando tú no les has brindado ninguna. 

La calle vestía de indiferencia mientras los miles de ciudadanos la pisaban sin disculparse, y entonces ¿por qué se iba a sentir él de otro modo? Abrió sus labios en una amplia sonrisa y se dijo a sí mismo que aquel era un día perfecto. Y el miedo se evaporó de su frente tan rápido como se había convertido en pequeñas gotas de sudor.
Y le dio otra oportunidad a aquel día... que brillaba con la luz de otro último Sol de Verano. 




lunes, 9 de septiembre de 2013

Nada que recordar

No se quién te dijo mi nombre, o si ya lo sabías de antes. La cosa es que empezaste a llamarme y de repente, sin avisar, dejaste de hacerlo. Tan repentinamente como al comienzo, pusiste un punto y final. O es un punto y a parte pero yo no me entero de lo que escribes.
Intento seguirte el juego pero no se de que va, y sinceramente, me saca de quicio. Tú y tus ganas de tenerlo todo bajo control. No te conozco, y al fin y al cabo tú no sabes nada de mi. Pero la cosa es que sea lo que sea lo que quieras yo no puedo ver tus cartas. Y no quiero jugar ninguna baza hasta que tires. Porque es tu turno, te lo recuerdo.
Pero por favor avísame si ya no te queda nada en la mano, ni una sola frase para romper el hielo; o absolutamente nada que contar. Porque entonces sabré que te has olvidado de todo, aunque nunca hubiera nada que recordar.





















lunes, 26 de agosto de 2013

life

Que la vida está llena de primeras veces y que cada vez que tomamos una decisión dibujamos un futuro distinto eran dos hechos que la joven Mathilde no podía ignorar. Y empezó a escribir,que en otra vida no habrá gravedad; no existirá el dolor y todos tendremos un destino. Y hagamos lo que hagamos llegaremos al mismo punto y conoceremos a quien tengamos que conocer, porque así está escrito. En otra vida no necesitaremos dormir, ni perseguir nuestros sueños, y de ese modo no nos romperemos en pedazos si no conseguimos alcanzarlos. En otra vida seremos inmortales.

 
Que la vida está llena de primeras veces y que cada vez que tomamos una decisión dibujamos un futuro distinto eran dos hechos que la joven Mathilde no podía ignorar. Y empezó a escribir que no quería vivir otra vida. Que el dolor nos hace fuertes y sin él no valoraríamos lo importantes que son las personas para nosotros. Que en esta vida podemos elegir y eso nos hace libres de crear nuestro futuro tal y como lo soñamos y que sin sueños no habría un motivo real por el que mereciera la pena vivir. Que el hecho de que algún día muramos nos hace aprovechar cada día como si fuera el último.


Mathilde cerró su cuaderno y miró a través de la ventana y, por primera vez; sintió el respirar de la ciudad.

domingo, 25 de agosto de 2013

Fui estúpida

Te imaginé diferente. Tu voz era más dulce y tu personalidad más fuerte. Te creé menos distante y más pendiente. Te inventé constante y alerta, como el soldadito de plomo antes de caer al fuego: valiente. Te hice más y más perfecto cada noche.Y todo parecía coherente.
Y cada vez que te plasmaba en el papel más enamorada estaba de la forma que te daban mis palabras. Eras un sueño, un imposible, algo inalcanzable... pero no me di cuenta. Y te perseguí. Y ese fue mi mayor error.
Corrí tras tu sombra y me caí. Y mis heridas siguen abiertas hasta que encuentre la manera de coserlas.
Pero ya no venden olvido en la calle principal, y no es la primera vez que me pasa.
Es como el estribillo en una canción, reincidente y pegadizo, e imposible de dejar atrás.
Fui estúpida...y volví a creer en el amor.


No reacciona....

Sin ganas de hablar, sin ganas ni siquiera de respirar, ella permanece paralizada como los maniquís en los escaparates. Y con la mirada fija en un punto sin motivo se evade del mundo. Y cree que así todo se solucionará. Las cosas cambiarán, el tiempo pasará sin rozar la superficie de su piel, dejándola a un lado.


 Y su corazón no se romperá. No terminará de hacerse añicos como si se tratara de un jarrón de cristal que sin querer ha tirado al suelo un niño al pasar corriendo.
Y sus lágrimas dejarán de caer por sus mejillas para caer en sus pulmones inundándolos,  ahogándola en su propio llanto. 
Y morirá. Y en seguida despertará de su sueño. Y todo permanecerá igual, porque la vida sigue su curso y hay que pasar por todo. Pero de eso ya se dará cuenta más tarde.

viernes, 16 de agosto de 2013

Egoísmo

Y nadie escucha a nadie. De nuevo todo el mundo quiere hablar, contar sus experiencias, contar sus problemas. Problemas en el trabajo, con la pareja... problemas en el círculo de amistades, familiares o personales. A nadie le importa lo que dice el de al lado, sólo esperan impacientes a que termine de hablar para poder desahogarse de nuevo de sus nuevos problemas.
 Porque tal vez de ese modo puedan deshacerse de ellos, olvidarlos por unos instantes y dejar que sea otro el que busque una solución. 
Y el reloj de la vida no se detiene mientras escucha sus quejas. Y la gente se droga, y el alcohol recorre sus venas, fluye por la sangre de personas que tratan de dejar atrás sus penas. 
No quedan minutos libres para permanecer en silencio. Todo es ruido y cuando ellos se paran a pensar, no es en otra cosa más que en ellos mismos.
Y mueren, marchitados como las flores en invierno, corroídos como los huesos por los gusanos en el cementerio, mientras se cierran sus ojos y se abrazan buscando en su cuerpo un resquicio de auto compasión.

martes, 13 de agosto de 2013

tormenta de verano

El agua rebotaba en su paraguas negro, y ella deseó por unos instantes haberse olvidado de traerlo. Le encantaba la lluvia. Pero aquella noche había quedado, y finalmente decidió que más tarde, si todavía las nubes seguían llorando, cerraría el paraguas y dejaría que las gotas de agua le calasen hasta los huesos.
No volvió a llover tan intensamente como lo había hecho durante esos cinco minutos. Ojalá entonces hubiera decidido atrapar las lágrimas del cielo entre su pelo, o haber alzado la vista con la boca abierta para saborear aquella tormenta de verano.
Llegó dos minutos tarde, aunque él todavía tardaría un poco más. Debajo del paraguas se sentía protegida, como si nadie pudiera hacerle daño. Se quedó quieta, mirando a un punto muerto más allá de la carretera. Pensó en él.
Otra vez una historia sin final, como mil y una otras que era capaz de contar. Una historia inexistente, palabras escritas sin razón aparente, y una canción.


viernes, 21 de junio de 2013

Dicen...

La chica del sombrero no se giró cuando oyó su nombre a sus espaldas. Y dos calles más abajo, el hombre de camisa blanca no volvió a llamarla. El juego había terminado.
La chica siguió andando sin mirar atrás, hasta que desapareció entre los edificios. Y él la siguió con la mirada mucho tiempo después de haberla perdido de vista. Porque sabía perfectamente que nunca se volverían a ver. 
¿Triste? Tal vez. Pero la vida es así.  Aquella última cita quedaría grabada en sus mentes como el más dulce recuerdo jamás pensado. Y según avanzaran los años, más idealizado sería aquel momento.
 Porque las últimas veces son amargas durante un segundo.. y luego dejan en la boca el sabor del mejor algodón de azúcar. Y la chica del sombrero lo sabía. Por eso no se giró.
                      
<<Dicen que la vida son recuerdos... dicen tantas cosas.....
Dicen que la muerte dura tan sólo un segundo, que dos personas que se odian están a un paso de amarse. Dicen que lo que de verdad importa supone un gran esfuerzo.
Dicen verdades porque nos quieren. 
Dicen mentiras porque no desean hacernos daño.>>
Él le dijo que no  la quería. La chica del sombrero pensó en esto unos instantes, mientras se alejaba y su silueta se veía difuminada por la  niebla.
Pensó en que de pequeña siempre le habían dicho que huir es de cobardes. Pensó en que ahora ella estaba huyendo. Pensó en que él solía decirle que ella era todo menos cobarde. 
Pensó en que ella también le quería. 
Y volvió, corriendo. Volvió a hacer que él no se perdiese en su memoria como un vago, frágil y mortal recuerdo. Volvió para convertirle en su realidad tangible.







jueves, 20 de junio de 2013

Para ti, como te dije

Querida amiga:
Te llamé porque... no se, en primer lugar porque puedo... supongo :)
En realidad el motivo principal, fue que necesitaba gritar que ya había acabado las clases, y que por fin era (teóricamente) libre. O por lo menos ya no tenía tantas preocupaciones.
Como creo que te conté, o no se muy bien si lo llegué a decir, este año ha sido un poco desordenado. No sé... ha sido tan raro... acostumbrarme....
Pero poco a poco, con el tiempo te das cuenta de que las cosas siempre habían estado en su sitio, solo que tú no recordabas donde las habías dejado.
¿Sabes? A veces pienso que tal vez si no me hubiese ido nunca, no hubiera sabido valorar lo que hemos vivido juntas. Así que me alegro de que las cosas se hayan torcido en la dirección en la que lo han hecho, porque así puedo contarte lo mucho que te echo de menos. Y ya volveremos a inventar teorías pronto, no te preocupes, que tenemos todo el tiempo del mundo para ponernos al día. Pero ahora, mientras escribo esto, solo puedo decir que gracias, gracias por ser parte de mi pasado y querer seguir andando conmigo todavía hoy, eres genial, en serio.
Esta entrada es para ti, como te dije.
 
    Espero verte pronto:
                                                         Yo.






martes, 11 de junio de 2013

Another set of wings


Es como cuando eres pequeño y simulas que tienes un volante entre las manos, y te mueves a los lados sorteando las "curvas" que hay en la "carretera". Y entonces creces y dejas de hacerlo. Es como cuando abres los ojos y te ves en el espejo después de algún tiempo, y no reconoces a ese personaje extraño que te examina detenidamente desde el otro lado del cristal. Es raro, pero lo sabes. Algo ha cambiado, y tú no has sido capaz de detener el paso del tiempo. Pero de algún modo, eso no importa. 

Es algo parecido a cuando cantas bajo la ducha, a cuando sientes un escalofrío en el punto más alto de la montaña rusa, algo que tiene el olor dulce y amargo de la libertad consciente, tal vez madurez.
Es viajar a través de el tiempo, dejar que la vida pase de largo, imprimir recuerdos en los brazos del viento. Es un segundo. Es amor, odio, pasión, muerte, melancolía... todo y nada a la vez. Es lo que pasa cuando nadie está mirando.

Es vida, tal vez, una colección de muchas cosas más; de opiniones, de risas, de que él piense cuánto la quiere mientras que ella no deja de hablar con el chico de la clase de artes. Es un suspiro, quizás.... un complot contra el típico inocente que no se entera de qué va la película cuando ésta ya está a punto de terminar. Es una canción cuya letra no tiene sentido, pero que la gente canta sin pararse a pensar lo que dice. Es soñar con poder volar, y huir lejos, y volver cuando estés preparado. 
Es un unicornio de papel. Llorar sólo cuando llueve para camuflar la tristeza.  Es correr y olvidar las preocupaciones. Es sonreír durante un día entero.
Es como un primer beso: suave, dulce, espontáneo y  fugaz. 

 ... es lo que tú quieras que sea.




sábado, 1 de junio de 2013

La vida no es "así"

"La vida es así", dijiste resoplando. Lo dijiste en voz alta, y te sorprendiste al escuchar tu voz, que sonó extraña y abatida. Y te diste cuenta de que ese no eras tú. O al menos no eras el que fuiste tiempo atrás.
Te diste cuenta de que habías crecido y ahora la realidad se tornaba tan oscura y tenebrosa como nunca lo había sido. Y tuviste miedo. Miedo de saber que no podías retroceder en el tiempo para no haber dicho esas estúpidas palabras "la vida es así".
Entonces dime, ¿qué hubieras querido decir? ¿qué se te pasa por la cabeza en estos instantes?
Tal vez un mítico "soy el rey del mundo" a lo Leonardo Di Caprio, o tal vez no. Quizás no hubieras querido decir nada. Seguir caminando, probablemente con las manos en los bolsillos y los cascos puestos, abstraído de todo lo que te rodea. Seguir pisando charcos sin reparar en que la lluvia no ha cesado de caer sobre tu espalda. Seguir....seguir....seguir adelante.
Seguro que era eso lo que hubieras querido hacer: seguir adelante. Sin embargo, tus pies dudaron un segundo (sólo uno) y eso fue suficiente. Caíste al suelo, como el ancla cae al mar hasta que toca el fondo, como un pájaro que ha sido herido de un ala y muere tras un último y desordenado vuelo, dejando que el viento acaricie sus plumas y haga un poco más soportable la agonía. Caíste... en silencio y solo.
Y abriste la boca, inútil de ti, para decir que la vida era así; para afirmar, aunque nadie te oyese, ¡idiota! que las cosas suceden porque sí, y que no pensabas cambiarlas. Porque, según tú, no podías.
En ese momento dejaste de ser. Dejaste de existir, y el mundo, tras de ti, dejó de oírte. En ese momento, en ese instante en el que te rendiste... tu vida se esfumó como lo hacen los recuerdos con el tiempo, como se consume el humo de un cigarro, como permitiste que, sin más, todo perdiera el sentido.
Y ahora vagas como un maldito zombie por las calles de la gran ciudad, como una sombra entre las sombras: indistinguible, inaudible e invisible.


Y sé que es difícil, pero tienes que volver. El mundo te necesita... Yo te necesito!!! Necesito decirte que la vida no es "así". Es mejor de lo que crees, mejor de lo que nadie cree. Mejor de lo que yo misma creo que es. Mejor que lo mejor que te haya pasado.
La vida es incertidumbre, un amago, un paso en falso. La vida es haber reído y llorado, odiado y amado.
La vida es como ese juego al que nunca has jugado, como el sombrero de copa de un mago, como un tierno suspiro ahogado. Es aquel beso que nunca se ha dado, un triste recuerdo olvidado.
<Vivir es no soñar con los ojos cerrados. >
Y tú... no quisiste abrir los ojos.



domingo, 19 de mayo de 2013

Medicamentos sin receta

Me fui, sin previo aviso, sin una carta de despedida o una nota que declarase mi ausencia. Me fui, en silencio... y sola.
Y pensé que, tal vez, la vida no sea más que una ilusión, un conjunto de fotos guardadas en un álbum; una elección que tomamos al decidir no morir. Y pensé que, quizás, algún día moriré. 
Me monté en el primer autobús que vi, sin advertir qué dirección tomaba, sabiendo que fuera a donde fuera sería lejos de donde me encontraba en ese momento.
Pegué la frente al cristal y asomé mi mirada al otro lado de la ventanilla, ojeando a través de ella y no viendo absolutamente nada. Lo bueno de las ciudades grandes es que nadie te conoce, y de repente sentí en la boca de mi estómago la estúpida necesidad de hablar con alguien. Alguien a quien no conociera. Alguien que fuera capaz de mirarme a los ojos durante las paradas que hiciera falta, antes de bajarse del autobús sin despedirse o mirar atrás. Y de repente, la anciana de mi derecha empezó a hablar sola. 
- Terroristas de bata blanca.
-¿Perdone?
- Terroristas de bata blanca, niña. 
- No la entiendo.
- Los hospitales. ¿Te suena? ¿has estado alguna vez en uno?
No contesté. Todo el mundo ha estado alguna vez allí, en ese lugar de pasillos largos y silenciosos, toses secas y caras largas, y un intenso perfume a rosas en la entrada, a ratos camuflado por el desagradable hedor de la muerte.
- Todos son iguales. 
Volví del trance, al mundo de los vivos, con la suficiente fuerza para responder.
-Lamento que haya tenido una mala experiencia. La verdad es que no suele ser un motivo de alegría el que te conduce a  un hospital. Pero no se enfade con las personas que emplean su vida intentando salvar la de otros.
La señora me mira con ojos expectantes, como si eso fuera lo último que esperaba que dijese, y murmura:
- Tú no sabes nada.
- Lo siento.- es lo único que puedo decir, y abandono el autobús en cuanto éste se detiene. En la calle hace frío. Escondo las manos en el interior de las mangas de la sudadera y empieza a llover. Automáticamente me pongo las gafas de sol, aunque el cielo hoy lleve puesto su vestido gris. Y, por alguna extraña razón, me siento mejor.








lunes, 22 de abril de 2013

Aunque nos sobre el tiempo

Te sueño con los ojos abiertos, y cuando los cierro vuelves a aparecer. Te busco indiscretamente a lo largo del pasillo para cruzarme con tu mirada, incluso cuando sé que no estarás allí. 
Doy vueltas y vueltas y más vueltas... hasta que pierdo el norte. La brújula de mi corazón se ha descontrolado y no deja de girar hasta que te ve, y entonces se detiene señalándote. Y mientras tanto tú estás de pie, viniendo hacia mi con las manos en los bolsillos; tan tranquilo que tengo ganas de gritarte que corras, que no tenemos tiempo que perder; que  cuando estoy contigo todos los relojes empiezan una cuenta atrás que se me hace insoportable.


Pero tú sigues andando, a tu ritmo, desconectado del mundo con una sonrisa en la cara. De esas que me vuelven loca. Una sonrisa pícara y cruel que juega con mi mirada.... hasta que llegas a mi lado. Y entonces todo a mi alrededor se difumina, y me olvido de procurar acompasar mis latidos a mi respiración, porque estás tan cerca que no puedo disimular que me gustas. Que me gustas mucho. 
Y pasas tu mano por encima de mis hombros y me besas la frente, suavemente, como si nos estuvieran filmando y quisieras guardar el mejor beso para cuando se acabase el rodaje. 
Y desaparecemos, y nos perdemos y nos vamos lejos. Nos vamos muy muy lejos, donde puedas darme ese y mil besos más. Donde me dejes con las ganas  de quedarme para siempre, donde pueda apoyar mi cabeza sobre tus hombros mientras me acaricias la espalda. Donde no haya nadie, nadie salvo nosotros dos. Donde seamos eternos. Donde, y como siempre, me parezca que los relojes nos llevan ventaja... aunque nos sobre el tiempo.



domingo, 21 de abril de 2013

Estúpidamente feliz

Todavía con la cabeza pegada a la almohada me acerco el móvil a la oreja y contesto con los ojos cerrados:
-¿Sí?
Te ríes y contestas.
-Yo.
Me río. Ya sabía que eras tú.
-Ah, vale.
Ambos reímos.
-¿Te he despertado?
-Sí.
-Entonces lo siento, vuélvete a dormir.
-No.
-¿Por qué?
-Ahora ya no puedo.
Oigo un silencio y puedo imaginar tu sonrisa. Y sonrío yo también.
Me incorporo lentamente y me froto los ojos. Imagino que tengo las arrugas de la sábana dibujadas en mi mejilla mientras bostezo. Y me la trae floja.
Cuelgo, o cuelgas. Qué más da.
Tú tendrás el teléfono entre las manos durante unos segundos, mirándolo fijamente, como si eso fuera a hacer que yo apareciese de un momento a otro; mientras que yo, por mi parte, vuelvo a cerrar los ojos pensando en ti.
Lo más probable es que justo después empieces a estudiar. O, por lo menos, esa es la teoría de lo que deberías estar haciendo. Porque ahora mismo tienes el futuro en tus manos, al igual que yo y el resto del mundo. Pero el resto del mundo no me importa, así que me levanto a regañadientes de la cama y me lavo la cara. Yo también tengo que estudiar.
Sin embargo, al levantar la vista, en el espejo, me distraigo al ver a una chica que me sonríe como una tonta desde el otro lado del cristal.
-¿Sabes?- lo digo en voz alta, aunque sé que no me puedes oír   Eres la principal causa de que ahora mismo, me sienta estúpidamente feliz.




lunes, 15 de abril de 2013

Volver a respirar

Tú. Un  suspiro. Una canción. Tus labios a escasos centímetros de los míos. Pienso en aquel beso que se perdió en el aire y que nunca sucedió. Giro sobre mi propio eje y no veo nada. Doy vueltas. Sonrío. Te olvido. Cierro los ojos y todo se ve más claro. Perdí mi tiempo contigo y tiré el reloj al mar. Ahora ya nada importa.

Me duermo en silencio. Y sueño. Sueño que te tengo y sin avisar, te esfumas cada mañana en cuanto abro los ojos. Y te escondes. Solo eres una sombra. Una sombra que rompió mi corazón.
Y cambio las reglas del juego. Ahora eres tú el que pierdes. Y no eres consciente de que esto es real; que has conseguido hacerme desaparecer. Sigo tirando los dados sobre el tablero. Y sale tres veces seguidas dobles. Voy a la cárcel. Miro por la ventana asegurándome de que el sol sigue brillando en el cielo. La vida continúa. Las cosas cambian. El tiempo se consume, y me presiona para que lo aproveche.
Y salgo al turno siguiente vestida de calle. Hace calor y no me acuerdo de cómo he llegado a donde estoy. Ni siquiera sé muy bien hacia donde conducir mis pasos. Pero vaya a donde vaya, tú ya no estarás.
Miro al horizonte. Y el corazón ya no me duele. Y tu imagen se difumina en mi cabeza. Te has ido.
Y en el informe del espía solo queda la descripción del rastro de una lágrima, que empapa la almohada de la celda en la que estuve prisionera cuando aún seguías jugando a mi juego.
Cojo aire y lleno mis pulmones. Lo suelto lentamente y poco a poco me acuerdo de cómo iba eso de respirar. Sonrío. Y espero que estés donde estés tú también seas feliz.





domingo, 14 de abril de 2013

Melancolía

La peonza siguió girando sobre la mesa de madera, y ella no estaba segura de si se encontraba en un sueño o si todo aquello era real.


Pero olvidándose de esto por un momento, y sin saber muy bien quién controlaba sus movimientos, cruzó la estancia  y se quedó quieta a escasos centímetros de su cuerpo. De modo que él no pudiera evadir su mirada, tendiéndole una trampa para que no se moviera y escuchase hasta la última palabra de las que saliera por su boca. Aunque, tal vez, estuviera despierta, y entonces sabía que todas aquellas cosas que tenía pensado decirle le causarían daño. Un dolor tan fuerte como el que él le había provocado hacía no mucho. Y no pudo hacerlo. No quiso hacerlo.
Y se quedó muda....muda e inmóvil frente a su mayor miedo: él.
Y él no entendía nada. O quizás lo entendiera todo, pero no quería darse cuenta de lo frágil que era ella. Tal vez no era consciente de que por dentro, el corazón de la chica con el que había estado jugando era de cristal; y de que, al romperlo, éste había actuado como un arma, desangrándola por dentro lentamente. 
La miró a los ojos  pudiendo ver como ella los cerraba, dejando caer una lágrima que recorría su mejilla y, sintiéndose culpable, acercó su mano para cogerla. 
Pero ella se dio la vuelta rápidamente para evitar notar el calor de sus manos sobre su piel. No quería su compasión. Sólo quería irse, marcharse lejos y no volver a verle nunca. Quería dejar de creer en los cuentos de hadas y en los príncipes azules. Quería dejar de creer en el amor.
 Pero no pudo evitar idealizarle en su momento, y ahora tenía que sufrir las consecuencias. 
Ella se fue con paso firme, haciendo acopio de valor para no darse la vuelta y mirarle a los ojos. Se mordió el labio inferior y reprimió las lágrimas mientras poco a poco, se alejaba de él. La estancia quedó vacía, y mientras tanto, en su interior... todo sabía amargo.













sábado, 13 de abril de 2013

Es tarde

Son las dos y cuarenta de la mañana de un domingo cuando empiezo a escribir estas palabras.  Probablemente el cielo esté oscuro, y la calle desierta. Probablemente las farolas sigan encendidas, reflejando su luz en los cristales de los edificios. No lo sé. La persiana de mi ventana está bajada, y yo debería estar dormida.
Y mentiría si dijese que no tengo sueño pero, en mi cabeza, un sinfín de pensamientos se tropiezan y juntan sin un orden aparente; impidiéndome cerrar los ojos y si más, no abrirlos hasta dentro de unas horas. Simplemente no soy capaz.
Así que, una vez más, aquí estoy... inmersa en mi perdición, cayendo de nuevo en mi mayor vicio: la escritura.
¿Sabes lo que me gustaría hacer ahora mismo?  Salir a la terraza, encender un cigarro y fumar. Sin que me viera nadie, mirando al cielo, y de vez en cuando observando como el cigarro se consume entre mis dedos, mientras se convierte en una mezcla de cenizas y humo. No sé muy bien por qué. Pero me apetece.
Quiero soltar despacio el humo por mi boca después de cada calada, y sentir un leve cosquilleo en los labios.
Vaya idea más estúpida. Antes de nada, querido lector, porque no fumo. Pero me mola cuando la gente lo hace. Quiero decir, la sensación de sostener un cigarro y mirar al horizonte, dar una calada, echar el humo y permanecer en silencio mientras tu cuerpo se relaja... tiene que ser algo indescriptible. Tal vez se sienta libertad. Aunque, claro, sólo es una mera suposición.
De todos modos, me apetece sentirme libre, tal vez para dejar por unos instantes la mente en blanco. Y así, quizás pueda olvidar mi actual estado de insomnio y simplemente me bastase cerrar los ojos para quedarme profundamente dormida.









viernes, 12 de abril de 2013

Atrapada en su propia dimensión....

 ...sentía mariposas en el estómago y vestía una sonrisa de esas casi imposibles de borrar de los labios. Enamoradiza por defecto, Amy rompía sus reglas cada vez que le miraba. No podía evitarlo. Tampoco quería.
El infinito le parecía alcanzable cuando él se acercaba y hablaban; y no había nada, absolutamente nada aparte de sus ojos castaños que la hicieran sentir tan frágil. A su lado, Amy sentía que en cualquier momento podía echarse a volar.
Nunca le besó. Pero no hubo un sólo instante en el que no deseara probar el sabor de sus labios.
Nunca le abrazó. Pero no podía dejar de pensar en como le estremecería sentir el calor de su mano rodeando su cintura.
Nunca... nunca pasó nada porque, en cierto modo, él no existía.


 Y es que todo era una ilusión, fruto de su desmesurada imaginación, como todo: una mentira. Se engañaba a sí misma porque necesitaba un héroe que la convirtiese en princesa, alguien que se plantase delante suyo y le dijese que la quería.
Pero lejos, lejos de su mente y de la ficción... lejos, en el mundo real, las cosas eran diferentes. Y tampoco se estaba tan mal. La soledad no dolía. O tal vez fuera que Amy se había acostumbrado a ella, y eso la hacía mostrarse indiferente ante la falta de compañía.
Y daba igual que no existiera el hombre perfecto, porque de todas formas, nadie lo es. Sin embargo, Amy siempre quiso ser perfecta, aunque sólo fuera a los ojos de aquel que fuese tan valiente como para ser capaz de quererla. Y en lo más profundo de su corazón, allí donde nadie había logrado ver, se escondía el deseo de encontrarle, aunque eso le llevase el resto de su vida.
Pero, hasta entonces, tenía todo el tiempo del mundo para ser feliz.



jueves, 11 de abril de 2013

Caramelos de menta para entrar en razón

La conversación se perdió en la tarde, se difuminó por el viento, pero aquella frase se grabó en mi mente palabra por palabra. La Vida.... ¿que era La Vida? Tal vez un sueño, o el sueño de un sueño... pero esa era una conclusión demasiado utópica para alguien tan realista como lo era él. - "La Vida es aquello que nos limitamos a vivir." Lo dijo convencido, sin pensar, como si fuese un hecho. Y no era consciente del eco que esas nueve palabras habían empezado a producir en el interior de mi cabeza... pero sin duda fue esa la definición que más se aproximó a la realidad. Me quedé pensando por un momento. Y es que, realmente, no es La Vida lo que me preocupa; sino los dueños de la misma. Quiero decir, se nos ha dejado divagar por el mundo: libres, sin límites.... Se nos ha dado una serie determinada de latidos, que, en mi opinión, desperdiciamos cada vez que no hacemos caso de lo que nos dicta el corazón. Se nos ha dejado en mitad de ninguna parte, para que no tengamos miedo de ir a donde queramos. Y, sin embargo, siendo dueños de cada huella que dejamos dibujada en el asfalto, no somos conscientes de que según andamos estamos escribiendo nuestro futuro. Y da miedo pensar que es así, que somos responsables de lo que llegaremos a ser algún día... pero, sinceramente, no hay nada más cierto. Y a veces, tan sólo nos limitamos a vivir. Andamos sin conducir nuestros pasos a ninguna parte... inconsecuentes con nosotros mismos y carentes de sentido. Esas veces en las que cometemos locuras sin pensar en las consecuencias y nos lanzamos al vacío, sabiendo que no tenemos un paracaídas de emergencia y que, si se estropea el que llevamos a la espalda, no hay vuelta atrás. Y sé que estamos en la edad de vendarnos los ojos y lanzarnos a lo desconocido, no lo niego. Al fin y al cabo, la vida es una aventura y no podemos dejar que el miedo nos impida ir un poco más allá y perder los estribos, aunque tan solo sea para el recuerdo. Pero yo tengo miedo de no saber recuperar las riendas. Tengo miedo de cometer un error y no poder volver atrás. Porque el tiempo es irreversible, y yo un tanto previsora, y aunque no me guste, siempre miro hacia el futuro antes de tomar una decisión. Tal vez ese sea mi fallo. Tal vez sea eso lo que me aleja en cierto modo de lo que realmente quiero. Aunque, siendo sinceros, no sé qué quiero realmente. Pero volviendo al tema de La Vida, y a aquella conversación, llegué a la conclusión de que lo importante no es el hecho de vivir en sí, sino de ser felices haciendo lo que realmente nos llena. Quiero decir, no es que no lo pensase ya; pero me hizo recordarlo. Y es que aquella tarde oí que La Vida es como un caramelo de menta: al principio puede resultar amarga, y puede que haya veces que no nos guste del todo, pero eso solo es un paso para poder llegar al final... y es que al final, la vida siempre te deja buen sabor. Y la verdad es que aunque nunca me lo había planteado de esa manera, creo que es la metáfora perfecta.

PD: siento el delirio, pero es de noche y llueve... y no he podido resistir la tentación de pasear mis dedos por el teclado una vez más antes de irme a dormir.
                                                                                 Siempre tuya: la escritora
















sábado, 6 de abril de 2013

Let me go

No dejo que el aire me acaricie la piel bajo mi cazadora mientras este dulce abril me saluda, enredando los brazos del viento entre mi pelo. Camino calle abajo sin dirección, con la mente en blanco, sola. Pienso en ti.
No recuerdo cuando fue la última vez que me dejé llevar, guiando mis pasos por calles al azar... puede que esta sea la primera vez.
Y de repente me encuentro sentada en el banco de un parque. Estoy lejos de casa, lo sé. Pero no podría decir dónde exactamente. Miro a mi alrededor: una pareja pasa delante de mi, corriendo uno al lado del otro. De vez en cuando se miran y se ríen. Pienso en ti.
 Detrás de ellos, hay un perro blanco. Se parece a Milú. Está a punto de alcanzarles cuando alguien suelta un silbido. Ambos giramos la cabeza, aunque es obvio que al que llaman es al perro. Su dueña lo acaricia con ternura, le pone la correa y se alejan.
En el banco de enfrente, hay un anciano con un niño al lado. Creo que me llevan observando un rato, pero no estoy segura. Les miro, ellos no apartan la vista. Me doy la vuelta, decidiendo dejarles ganar la batalla de miradas, y me doy cuenta de que en ningún momento, habían reparado en mi.
A mis espaldas, Madrid respira tranquila, y desde aquí arriba, parece dormida. El cielo es gris azulado y dentro de unas horas, o quizás menos; se pondrá a llover. Y, de nuevo, no puedo evitar pensar en ti.
Apoyo la barbilla sobre mis brazos cruzados... y la observo. Veo el humo de las chimeneas elevarse y convertirse en nubes. Miro más allá, entre sus callejones; y también detengo mi mirada en el color apagado de sus tejados por la falta de luz. Escucho el ruido de los cláxones de los coches impacientes que llegan tarde a su destino. Oigo el metro pasando por debajo de ellos, ajeno a lo que está pasando encima suyo mientras la gente sale y entra en ese mundo subterráneo. Juego a adivinar que estarán pensando el anciano y el niño.
-"En primavera Madrid está preciosa", " Fíjate que pequeña parece desde aqui"- dice el primero.
Les miro y sonrío, luego vuelvo a dedicarle mi atención al paisaje que yace bajo mi mirada. " No les hagas caso," le susurro, "tú estás bonita en cualquier estación del año."
Cierro los ojos, y desaparece Madrid. Y desapareces tú. Y por unos instantes, ni siquiera yo existo. Pero al abrirlos de nuevo, has desaparecido. Sonrío. Siempre haces lo mismo. Te vas y vuelves, como en un truco de magia, sin dejar rastro. Te olvido y regresas para recordarme que te quiero, para confundir mis sentimientos, para acelerar mis latidos.... pero esta vez estoy decidida a no dejarte entrar de nuevo en mi mente. Ya ha dolido suficiente una vez, y no sería capaz de soportarlo de nuevo. Respiro despacio, y te digo adiós mientras observo Madrid en silencio.
Y, de repente, me siento mejor.



jueves, 14 de marzo de 2013

cenizas

Me di cuenta de que te quería y al mismo tiempo de que lo nuestro era imposible. Me di cuenta....quizás demasiado tarde. La química había estallado en una explosión que me impedía verte entre el humo negro que se elevaba hacia el cielo, perdiéndose entre las nubes, haciendo desaparecer el sol.
 Empecé a toser... sólo quería encontrarte, saber que seguías allí a mi lado, que no habías aprovechado la ocasión para salir corriendo. Pero de repente se fue el humo y tú habías desaparecido.
Me quedé quieta, intentando acompasar mis latidos y tratando al mismo tiempo de tomar aire con regularidad, acordándome de cómo iba eso de respirar. No te preocupes, lo conseguí: volví al mundo y me di cuenta de que era yo la que me había escabullido. Entonces regresé corriendo a la nube que había provocado la explosión... pero no estaba, sólo quedaban cenizas.... los restos de nuestro pasado convertidos en polvo, olvidados por los dos y barridos por el viento.
No tiene sentido seguir luchando por algo que no va a pasar ¿verdad? por algo que ni siquiera ha pasado. No mires hacia atrás ni tampoco hacia delante. Cierra los ojos. Dejémonos llevar.
Me siento en el suelo escondiendo mi rostro entre mis manos. Te quiero, te quiero de veras pero.... a veces con querer no es suficiente, a veces se necesita amar; y eso conlleva demasiada responsabilidad. Y aunque ahora solo me apetece tirarme al vacío, hacer locuras y ser irresponsable, contigo no puedo. No sería justo para nosotros, no lo sería y lo sabes.
El tiempo... el tiempo decidirá si merece la pena. Pero por ahora sigamos así, mirándonos a los ojos y diciéndonos en silencio que nos queremos aunque nuestras palabras intenten confundirnos; aunque nos muramos de ganas por comernos a besos, porque sabemos que éste no es el momento.
Y no tengas prisa, yo no la tengo. El tiempo..... el tiempo decidirá si merece la pena, porque todavía tenemos toda la vida por delante. Seamos cenizas que transporta el aire en un día de viento.


martes, 12 de marzo de 2013

Sueños -^^-


Caminan, recorren millas a través del aire, vuelan al compás del viento y silban entre los árboles. Se pierden. Están ciegos, y aún así hacen que todo a tu alrededor tenga el color más nítido y brillante que jamás hayas visto. Son mudos, y a la vez encierran tantas palabras; esconden tantos secretos.... que lo último que se podría decir de ellos es que no dicen nada. Hacen realidad tus deseos si crees en la magia. Los imposibles dejan de existir y no hay absolutamente nada que no puedas hacer.
No hay normas, no hay reglas, no hay nada.... y es que todo comienza en la más completa oscuridad. Y entonces es cuando tú, el pintor de tu retrato, el autor de tu biografía, el coreógrafo de tu vida.... pintas, escribes y bailas iluminando poco a poco esa nada.
Inventas, creas, imaginas..... le das vueltas y vueltas al mundo real y confundes el sol con la luna y; en invierno, de repente, empieza a hacer mucho calor.
Y entonces todo es posible: un beso, una canción... todo lo que inunda tu mente... todo, durante unos segundos, se hace realidad.
Y piensas que si la vida fuese así..... pero te detienes porque, en el fondo, sabes que la vida es así. Tú puedes hacer que sea así. Y por Dios, que le den al futuro, si ni siquiera existe.... vive, vive el hoy pues quién sabe si habrá mañana.
Piensa, ¿qué quieres hacer ahora mismo? Seguro que hay algo que te mueras de ganas por cumplir. Tal vez escuchar la voz de esa persona, o agradecer al mundo el hecho de seguir vivo. Tal vez te apetezca mirar por la ventana o tomar el sol.... puede que lo que más desees en este momento sea una maldita piruleta.... pero entonces... ¿por qué no te asomas a la ventana, si el sol hoy brilla más que de costumbre? Entonces... ¿a qué estás esperando para comerte ese caramelo rojo en forma de corazón? Pues eso, como decía, querido lector, hoy es un gran día para que los sueños dejen de ser sueños y se conviertan en parte de nuestro pasado real. Pero claro, sólo si estás dispuesto a creer que los sueños pueden vivir más allá de la noche.





miércoles, 6 de marzo de 2013

Para gustos, canciones



 Huye, sal corriendo todo lo lejos que te permitan avanzar tus pies hasta que te canses, y cuando ya no puedas dar un paso más....párate en seco y piensa en lo idiota que resulta todo. En especial el hecho de que intentes alejarte de tu pasado, con la esperanza de que, tal vez, y sólo si tienes suerte; eso te conceda unos segundos sin que exista el presente y, por tanto, consigas que nunca haya un " futuro".
Sí, sin duda es idiota que pienses así. No te lo tomes a mal, pero hablando claro: eres idiota. 
Y no  te juzgo, en cierto modo todos lo somos. Ni siquiera sé qué haces aquí. De hecho ni siquiera sé qué hago yo... lo que es, si cabe, aún más estúpido.
Pero, dejando todo esto a un lado, me gustaría enseñarte una canción que descubrí hace poco y que creo que puede conseguir que el hecho de que decidieras pasarte hoy a esta hora por mi mente no haya sido una pérdida de tiempo. Así, en el fondo, no eres tan idiota. 
PD: no sé si te gustará, pero a mi la letra me parece una de las cosas más bonitas que jamás haya leído, así que quería compartirlo contigo aunque tal vez te resulte un poco cursi. Una vez más no te juzgo. 
Para gustos canciones, ¿no? 
Simplemente es que me gusta pensar que alguien escribió esas palabras pensando en otro "alguien"... y creo que a veces nos quejamos demasiado de la vida (especialmente una misma) y que, al hacerlo somos injustos. Así que, algunas veces me gusta dejar de quejarme y disfrutar de las pequeñas cosas. Y entonces cierro los ojos, escucho una canción e imagino que alguien la escribió pensando en mi. 
(Tal vez suene un poco ingenuo, pero hay que tener un poco de inocencia para poder ser eternamente joven. Y yo, por mi parte, no pienso dejar que jamás me atrape el tiempo.)

PD2: sé que debería decirlo más a menudo pero se me olvida; así que gracias una vez más por hacer que este lugar tenga sentido.