lunes, 15 de diciembre de 2014

Sherlok Holmes y el misterio de los culpables señalados

Están por todas partes, por lo que Sherlock en seguida abandona, no tratándose, pues, de ningún misterio. El caso ya está resuelto de antemano.
Desaparece de escena nuestro cotizado detective y aparece Watson, en su salón, sentado en un sillón antiguo de terciopelo rojo, o en uno moderno de estos actuales que parece que se hayan dejado la comodidad en la casa del fabricante.
Allí está, Watson, pluma (o en su defecto el bolígrafo bic azul) en mano, preparado para redactar una crónica para el Lloyd´s List.
La mañana del día que sigue temprano se imprime el ejemplar y sus correspondientes copias.
Nuevo correo, cojo mi móvil y comienzo a leer, al pie de página, firma el médico inglés:

"Andamos, con la mirada fija en algún lugar del suelo, embobados e intentando pasar desapercibidos. Sentimos vergüenza y tenemos miedo. Miedo a que se fijen en nosotros por un segundo y comiencen a señalarnos con el dedo: ¡HAS SIDO TÚ!  ¡CULPABLE! 
Voces sin dueño que sueltan desproporcionadas y vanidosas acusaciones en nuestra contra. Queremos llorar. ¿qué hemos hecho esta vez? ¿en serio es tan difícil asumir el propio fracaso que tenemos que culpar a otro?

Pero no salimos absentos de este absurdo, puesto que en cuanto los engranajes cambian de sentido la cólera nutre nuestras venas y nos alzamos en masa para gritar: ¡TODO ES POR TU CULPA! mientras señalamos al primer inocente que ha tenido la desgracia de pasar a nuestro lado en semejante momento de nuestras vidas. Pobre desdichado. 
Ridículo, pero presente como la más profunda e incomprensible de las verdades. Ahí está, y no hacemos nada. La facilidad de quitarnos de encima el lastre que supone el error supera cualquier sentimiento de culpa... y qué bien sienta caminar liberados de la asfixia que produce el embotamiento del derrumbe causado por nuestras propias decisiones. Siempre podremos decir que nos vimos condicionados por la frase que se dijo esa misma noche en la cena, o que jamás salieron esas palabras de mi boca, fueron una mal interpretación de un público que trata de agenciarnos sus propios proyectos caídos. Un ángel negro, la culpa... sin duda así es."

Miro a través del cristal y repito ¡TÚ ERES EL ÚNICO CULPABLE DE TODO CUANTO ME SUCEDE! Y no puedo hacer cosa alguna que enmudecer cuando mi reflejo me guiña el ojo al otro lado del cristal.



                                                                                                       Att: LadyWinter


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