viernes, 24 de abril de 2015

Días de escuela

Nostalgia en mis venas y una mirada ausente sobre el edificio que había dado refugio al cuerpo y al alma que me pertenecieron durante los años que cursé bachillerato. Me quedé un rato inmóvil, intentando encontrar la cara de algún profesor a través de las ventanas del primer piso. Cobarde. Ni siquiera me atreví a subir las escaleras o tan sólo entrar por la puerta. No sé si habría sido un buen momento, o si volvería por allí....
Excusas, pensé en aquél gran hombre que me dijo que yo algún día sería una gran escritora...que ya lo era. También pensé en mi ex-profesor de filosofía, y recordé una clase en la que nos dijo que algún día, cuando nos fuéramos del colegio, querríamos volver. Recuerdo que en ese momento dentro de mi cabeza sólo podía escuchar carcajadas que ocultaban sus palabras como la mayor estupidez jamás dicha en alto. 
Sin embargo tenía razón. 
Quiero volver, sentarme en mis pupitres, todos y cada uno de los que utilicé, hasta uno que ocupé tan sólo una vez en un examen de psicología en un aula distinta al habitual. 
Quiero ver las clases, cerrar los ojos y escuchar el ruido del patio o el jaleo que montan los obreros en la calle todos los años por las mismas fechas. 
Quiero andar por los pasillos, oler la rutina a la que ya no pertenezco y de la que una vez formé una miembro integrante y orgullosa. 
Quiero hablar con ellos, con cada uno de ellos. Con cada héroe que salía a exponer su clase, su materia y su sonrisa delante de ignorantes que rebosábamos estrés. Quiero preguntarles cómo hacían para ocultar el suyo, cómo eran capaces de sobreponerse día tras día a sus circunstancias personales para educarnos, para luchar contra nosotros y por nosotros.
Quiero agradecerles de corazón haber hecho todo lo que no saben que hicieron por mi. 
Una charla, un consejo, todo ese currículum oculto, toda esa humanidad que inconscientemente dejaban emanar por sus poros. Agradecer que de cada uno de ellos aprendí algo valioso, y que no tiene que ver con la asignatura que impartían en sus clases.  
Agradecerles de corazón que si ahora me encuentro estudiando Pedagogía quiero pensar que es por ellos y sé que de no haber sido por la mano que me tendieron cada vez que la necesitaba... no estaría donde estoy. 
Aún así sigo sintiendo nostalgia en mis venas mientras le dedico una mirada ausente al edificio que dió refugio al cuerpo y al alma que me pertenecieron durante los años que cursé bachillerato. 

PD: Algún día volveré. 
                                                 
  Att: Una ex-alumna profundamente agradecida que menos de un año después comienza a sentir nostalgia. 

                                                                                         Att: María Cortés

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