sábado, 20 de octubre de 2012

My happy ending.

Querido lector: éste es mi final feliz. Sí, lo se, aún me queda mucho camino por recorrer, pero... ¿y si no consigo nunca uno? ¿ Y si estoy condenada a morir sin poder saborear "mi propio final feliz"?
A veces el destino no te deja elección, no te da la opción de despedirte o de hacer la última locura antes de la eternidad. 
Así que he decidido escribir mi final. De manera que ya conociendo el futuro pueda improvisar en el presente para cumplirlo. Siento adelantarme a los acontecimientos. Pero, querido lector, esta entrada va de finales felices, y lo quieras o no... éste es el mío. 
<<Primero quedé muda, y mis palabras resonaban en mi cabeza cada vez más débiles, hasta que dejé de pensar para escuchar sus voces. Miré a mi alrededor, y estaban todos. No había nadie que hubiera faltado esa agridulce mañana de invierno para acompañarme a mi cita con el destino. Olía a humedad, la ventana se había quedado abierta al irse la enfermera, y fuera aún llovía. El tiempo, que siempre me había parecido ver transcurrir con calma, estaba ahora encerrado en el reloj de la pared, condenado a pasar de largo y perdurar en el más indiferente de los olvidos. Las agujas se movían ávidas a lo largo de su cárcel de cristal, midiendo con frialdad los segundos que me restaban en este mundo. Y dentro de mi, un reloj muy distinto me recordaba que había llegado mi momento. 
Respiré profundamente antes de cerrar los ojos. Ésa sería la última vez que sentiría el aire bajar por mi garganta, llenándome de oxígeno los pulmones. Un latido más, sólo uno, bombearía sangre por todo mi cuerpo, e inerte sobre las sábanas blancas de un hospital yacería mi cuerpo rodeado de todos aquellos que en vida sintieron el más mínimo apego hacia mi. Y me fui, y en mis labios quedaron los restos de una sonrisa congelada.
   El funeral fue sencillo, y más tarde, con el tiempo todo volvería a la normalidad. La gente seguiría con sus vidas, al principio llevándome en cada uno de sus pasos, poco a poco teniendo tan sólo una imagen borrosa de mi; un recuerdo difuminado por los años. 
Y así, como cenizas barridas por el viento, mi nombre desaparecería por fin; durante una fría noche de invierno,  recorriendo el mundo por primera y última vez. >>




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