El semáforo se puso en verde y desaparecí por la calle contigua. Desaparecí de tu espalda, de tu no presencia y de tu más atenta mirada.
Cualquier opción que baraje mi cerebro es mejor que la realidad. Es una máxima que siempre se cumple. Por eso imagino que estoy en esa ambulancia, perdiéndome, empezando de cero, nuevo rostro, nuevo cuerpo, pero mismo nombre. También mismos recuerdos solo míos y nadie es capaz de reconocerme. Incluso el fuego de esa hoguera en una noche de San Juan.

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