domingo, 17 de junio de 2012

"Adolescencia", tan difícil como necesaria para descubrir quienes somos.

Soy bipolar, no puedo asegurarte que esté feliz, o si simplemente me escondo tras una sonrisa.
Soy rara... la gente no me entiende y no le importa mi vida.
Aunque claro, soy adolescente. Y eso, querido lector, venía implícito al acabar esa linda etapa llamada infancia.
Nadie nos dijo que fuera fácil, ni tampoco nos dieron un manual de juego para saber cuáles eran las normas y qué era lo que se supone que teníamos que hacer.
Simplemente nos dejaron de gustar los peluches, tirarnos por los toboganes y pisar charcos en los días de lluvia. Dejamos de mancharnos al comer helado y de pringarnos las manos con piruletas.
Ya no les cogemos la mano a nuestros abuelos ni nos ilusionamos con los trucos de magia.
De repente, y sin saber cómo, no hemos vuelto a dormir con la luz del pasillo encendida y hemos guardado todo aquello en una caja de cartón en algún rincón de nuestra mente. Donde, lejos de poder tocarla, la observamos melancólicos algún viernes por la noche tumbados en el sofá, con las luces apagadas y los ojos cerrados. Y soñamos.
Soñamos con poder volver a la época en la que éramos divertidos, en la que todo nos daba igual y en la que de verdad éramos auténticos.


Pero lo más dulce en esta vida es que el tiempo pasa, y a cada momento corresponde una etapa que debemos pasar.

Y quitando los momentos en los que te sientes más sólo que la una, esos en los que llegas a plantarte si de verdad sirves de algo o la vida es una broma...
Quitando todo eso, descubres que la adolescencia, ese juego sin reglas que cada uno juega a su manera... es alucinante. Te enamoras, ríes, compartes ilusiones y recuerdos, vives....
Sólo tienes que buscar el lado bueno de la vida, el divertido, el auténtico.
Porque si tienes un problema, y te bloqueas... nunca podrás disfrutar de las cosas que de verdad importan.
Así que, querido lector, te daré un consejo personal: convierte el problema en la solución!
Si hace falta regresa a la infancia y quédate un tiempo, unos minutos columpiándote en el parque y mirando a las estrellas. Y vuelve, porque tal vez se te olvide quién eres recordando al niño que antes fuiste. Vuelve y quédate con la parte que más te guste. Al fin y al cabo eres tú, así que no dejes que nadie te diga quién debes ser.

Yo, de momento, he de descubrir quién soy. Sólo espero que cada etapa de mi vida me de una pista más para averiguarlo. Porque si de algo estoy segura, es que la vida es un misterio, y nosotros somos los únicos que podemos descifrarlo.

PD: recuerda que eres el protagonista de tu historia, así que nunca dejes que nadie la escriba por ti!

No hay comentarios:

Publicar un comentario