En su corazón son proporcionales
directamente deseo y espera
y cuanto más tiempo pasa de largo
más ansía una respuesta.
Esa pregunta no formulada
(nunca en voz alta por ella),
se esconde tras sus labios muertos,
labios que callan sus penas.
Y la dulce y amarga promesa
que se hizo cuando era pequeña;
(esa de mantenerse firme,
impasible ante las mareas,
esa de descubrir alegrías,
esa de derrotar tristezas,
y adivinar al fin quién se esconde
bajo su nombre de cinco letras...)
vaga intranquila por su mente
recordándole que todo cuenta.
Todo lo que nos sucede en vida;
todo...deja huella.
Ayer, escuchando el silencio,
oyó hablar a su conciencia:
<<Vaya teatro _ dijo sarcástica_
eso de la existencia:
“nacemos ignorantes y mudos,
desnudos títeres, frágiles marionetas.
(sin importar que sea piel lo que al alma cubre,
en lugar de torpes piezas de madera)
reconociendo que sigue siendo sangre,
lo que late en nuestras venas;
actuamos como podemos, perseguimos nuestras metas.
Y en esta obra de la vida, donde no existen certezas,
cada uno siempre es, el papel que interpreta.” >>
Ella permaneció inmóvil, pensativa, quieta.
Y volvió el silencio a inundar su mente,
al tiempo que impaciente,
volvía el deseo de una respuesta.
Pero, ¿a qué pregunta exactamente?
¿quiénes somos en general?
o, ¿quién es concreto, ella?
¿quién la mira desde el otro lado del cristal
en el que se encuentra prisionera?
Y unos segundos después, caigo en la cuenta:
Soy yo, que sueña despierta.
Soy yo la que la mira,
Soy yo la que me observa.
Y vuelvo a formular la pregunta,
obteniendo la misma respuesta:
¿Quién soy, si no soy más...
que un nombre de cinco letras,
un misterio sin resolver,
un auténtico
rompecabezas....?
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