jueves, 13 de noviembre de 2014

Quejarse por quejarse y no ver más allá

Y es que le das importancia a cosas tan vanas...
Siempre hablando de contenido y descuidando las formas, el respeto.....
Estoy cansada. Muy cansada. Tanto que siento como si mi cuerpo estuviese lleno de plomo y cada paso adelante fuera un auténtico calvario.
Gritas, otra vez. Mi cabeza estalla y estoy segura de que si Freud fuera testigo de la tontería que envenena a nuestra familia, se echaría a reír y a llorar al mismo tiempo, perplejo por no haber contemplado semejante estupidez unida en tan poco espacio.
Peleas nocturnas, esas son sin duda las peores. Lo son porque antes de irme a dormir noto un bulto en mi cabeza, una bola de espesa frustración acumulada. Y no se va. No se disuelve ni siquiera cuando me hallo en las profundidades de la fase REM. Ni siquiera entonces decide abandonarme. Y ahí se queda, tan agusto, como si hubiera encontrado su hogar, mi mente.
Despierto cada mañana y suplico, y de rodillas le pido a Dios que cesemos ya este teatro de cizaña que nunca acaba. Y Él me da un poquito de paciencia para que la dosifique a lo largo de la semana. Por eso hay veces que la agoto y todavía estamos a martes; y tengo que arreglármelas como puedo para pasar el menor tiempo posible sumergida en este infierno. Y me entristece.
Todo se remonta a un cambio en nuestras vidas, un idílico "y comeremos perdices" que jurasteis que existiría en nuestra nueva vida. Mentiras. Todo son mentiras. Ese "estaremos TODOS juntos" es mentira. Y en esa mentira se apoyan las peleas y los enredos, los gritos y las sandeces.
En que faltas tú, el toque de humor y la gota de paz. Faltan tus "buenos días pequeños duendecillos del bosque". Y mil cosas más en las que no pienso detenerme.
No me detengo en detalles de cómo eres porque no quiero que suene a que no te veremos más o yo que sé. Sólo quiero que vuelvas, que traigas de nuevo esa calma que en tantos momentos he sentido ausente o a kilómetros de distancia. Maldita distancia. Tú debes de estar sufriendo también. Tú el que más. Lo siento papá, siento no darme cuenta de que si hay algo por lo que merece la pena seguir luchando porque la convivencia no se hunda, es por tí, por nosotros.


Att: María

No hay comentarios:

Publicar un comentario