jueves, 11 de abril de 2013

Caramelos de menta para entrar en razón

La conversación se perdió en la tarde, se difuminó por el viento, pero aquella frase se grabó en mi mente palabra por palabra. La Vida.... ¿que era La Vida? Tal vez un sueño, o el sueño de un sueño... pero esa era una conclusión demasiado utópica para alguien tan realista como lo era él. - "La Vida es aquello que nos limitamos a vivir." Lo dijo convencido, sin pensar, como si fuese un hecho. Y no era consciente del eco que esas nueve palabras habían empezado a producir en el interior de mi cabeza... pero sin duda fue esa la definición que más se aproximó a la realidad. Me quedé pensando por un momento. Y es que, realmente, no es La Vida lo que me preocupa; sino los dueños de la misma. Quiero decir, se nos ha dejado divagar por el mundo: libres, sin límites.... Se nos ha dado una serie determinada de latidos, que, en mi opinión, desperdiciamos cada vez que no hacemos caso de lo que nos dicta el corazón. Se nos ha dejado en mitad de ninguna parte, para que no tengamos miedo de ir a donde queramos. Y, sin embargo, siendo dueños de cada huella que dejamos dibujada en el asfalto, no somos conscientes de que según andamos estamos escribiendo nuestro futuro. Y da miedo pensar que es así, que somos responsables de lo que llegaremos a ser algún día... pero, sinceramente, no hay nada más cierto. Y a veces, tan sólo nos limitamos a vivir. Andamos sin conducir nuestros pasos a ninguna parte... inconsecuentes con nosotros mismos y carentes de sentido. Esas veces en las que cometemos locuras sin pensar en las consecuencias y nos lanzamos al vacío, sabiendo que no tenemos un paracaídas de emergencia y que, si se estropea el que llevamos a la espalda, no hay vuelta atrás. Y sé que estamos en la edad de vendarnos los ojos y lanzarnos a lo desconocido, no lo niego. Al fin y al cabo, la vida es una aventura y no podemos dejar que el miedo nos impida ir un poco más allá y perder los estribos, aunque tan solo sea para el recuerdo. Pero yo tengo miedo de no saber recuperar las riendas. Tengo miedo de cometer un error y no poder volver atrás. Porque el tiempo es irreversible, y yo un tanto previsora, y aunque no me guste, siempre miro hacia el futuro antes de tomar una decisión. Tal vez ese sea mi fallo. Tal vez sea eso lo que me aleja en cierto modo de lo que realmente quiero. Aunque, siendo sinceros, no sé qué quiero realmente. Pero volviendo al tema de La Vida, y a aquella conversación, llegué a la conclusión de que lo importante no es el hecho de vivir en sí, sino de ser felices haciendo lo que realmente nos llena. Quiero decir, no es que no lo pensase ya; pero me hizo recordarlo. Y es que aquella tarde oí que La Vida es como un caramelo de menta: al principio puede resultar amarga, y puede que haya veces que no nos guste del todo, pero eso solo es un paso para poder llegar al final... y es que al final, la vida siempre te deja buen sabor. Y la verdad es que aunque nunca me lo había planteado de esa manera, creo que es la metáfora perfecta.

PD: siento el delirio, pero es de noche y llueve... y no he podido resistir la tentación de pasear mis dedos por el teclado una vez más antes de irme a dormir.
                                                                                 Siempre tuya: la escritora
















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