sábado, 6 de abril de 2013

Let me go

No dejo que el aire me acaricie la piel bajo mi cazadora mientras este dulce abril me saluda, enredando los brazos del viento entre mi pelo. Camino calle abajo sin dirección, con la mente en blanco, sola. Pienso en ti.
No recuerdo cuando fue la última vez que me dejé llevar, guiando mis pasos por calles al azar... puede que esta sea la primera vez.
Y de repente me encuentro sentada en el banco de un parque. Estoy lejos de casa, lo sé. Pero no podría decir dónde exactamente. Miro a mi alrededor: una pareja pasa delante de mi, corriendo uno al lado del otro. De vez en cuando se miran y se ríen. Pienso en ti.
 Detrás de ellos, hay un perro blanco. Se parece a Milú. Está a punto de alcanzarles cuando alguien suelta un silbido. Ambos giramos la cabeza, aunque es obvio que al que llaman es al perro. Su dueña lo acaricia con ternura, le pone la correa y se alejan.
En el banco de enfrente, hay un anciano con un niño al lado. Creo que me llevan observando un rato, pero no estoy segura. Les miro, ellos no apartan la vista. Me doy la vuelta, decidiendo dejarles ganar la batalla de miradas, y me doy cuenta de que en ningún momento, habían reparado en mi.
A mis espaldas, Madrid respira tranquila, y desde aquí arriba, parece dormida. El cielo es gris azulado y dentro de unas horas, o quizás menos; se pondrá a llover. Y, de nuevo, no puedo evitar pensar en ti.
Apoyo la barbilla sobre mis brazos cruzados... y la observo. Veo el humo de las chimeneas elevarse y convertirse en nubes. Miro más allá, entre sus callejones; y también detengo mi mirada en el color apagado de sus tejados por la falta de luz. Escucho el ruido de los cláxones de los coches impacientes que llegan tarde a su destino. Oigo el metro pasando por debajo de ellos, ajeno a lo que está pasando encima suyo mientras la gente sale y entra en ese mundo subterráneo. Juego a adivinar que estarán pensando el anciano y el niño.
-"En primavera Madrid está preciosa", " Fíjate que pequeña parece desde aqui"- dice el primero.
Les miro y sonrío, luego vuelvo a dedicarle mi atención al paisaje que yace bajo mi mirada. " No les hagas caso," le susurro, "tú estás bonita en cualquier estación del año."
Cierro los ojos, y desaparece Madrid. Y desapareces tú. Y por unos instantes, ni siquiera yo existo. Pero al abrirlos de nuevo, has desaparecido. Sonrío. Siempre haces lo mismo. Te vas y vuelves, como en un truco de magia, sin dejar rastro. Te olvido y regresas para recordarme que te quiero, para confundir mis sentimientos, para acelerar mis latidos.... pero esta vez estoy decidida a no dejarte entrar de nuevo en mi mente. Ya ha dolido suficiente una vez, y no sería capaz de soportarlo de nuevo. Respiro despacio, y te digo adiós mientras observo Madrid en silencio.
Y, de repente, me siento mejor.



2 comentarios:

  1. Muy profundo lo que escribiste. Es una situación difícil. Se que más allá de las metáforas hay una realidad bastante complicada; porque en algunas ocasiones; yo también soy de pensar así. Te mando mucho ánimo para que puedas llevar todo de la mejor manera posible. Espero que estés bien.

    Un abrazo grande!

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    1. Gracias de nuevo, me motiva mucho escribir sabiendo que hay gente a la que le gusta. Lo de las metáforas, en fin, supongo que todo el mundo guarda un trocito de si mismo en las cosas que crea: ya sea una canción, un poema o una simple entrada en un blog. Gracias otra vez por todo el apoyo de tus comentarios. Espero que te vaya todo bien a ti también.
      Un abrazo :)

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