lunes, 25 de marzo de 2019

Tiempo

Tic...tac....tic....tac...tic.... El reloj de la pared se detuvo de repente; dejando inerte el péndulo dorado que hasta entonces, nunca había cesado de moverse de izquierda a derecha sin descanso. Se detuvo y dejó de existir el tiempo.
Y el relojero no supo qué hacer. Al otro lado del mostrador, un señor de traje y corbata esperaba impacientemente.
-Tengo prisa.-dijo, olvidándose por un momento de que no había parado ni un segundo de mover el pie contra el suelo.
-Lo siento señor, pero va a tener que irse. Hoy cerramos.
-Pero....
El relojero no da explicaciones, y vuelve a entrar en su taller.
Dentro, el tiempo sigue acariciando su mesa de madera de roble, sobre la cual, bajo la luz del flexo de su lámpara, sigue detenido el reloj de su última víctima.
"¡Asesino!", grita una voz en su cabeza. "Es la vida", otra le tranquiliza.

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