lunes, 25 de marzo de 2019

Todo en esta vida es relativo

Todo en esta vida es relativo. Las cosas dependen del punto de vista desde donde las observemos.

Scarlet miraba sus pies descalzos sobresalir por encima del portátil que sujetaba sobre sus muslos, sentada con la espalda pegada a la pared. Al cabo de un rato, empezó a a sentir calor en las piernas, ya que llevaba demasiado tiempo en esa misma posición, y el interior del pequeño aparato electrónico se quejaba haciendo un ruido extraño.
Cerró la pantalla y miró a través de la ventana: era invierno. Dejó el ordenador sobre su escritorio, se puso unos calcetines de colores gruesos y fue hacia la cocina. 
Llevaba el pelo recogido en un moño deshecho, una camiseta azul turquesa y los pantalones anchos de pijama, esos que no se quitaba en todo el fin de semana cuando hacía mal tiempo y no le apetecía salir a la calle. 
Scarlet tenía diecisiete años, y a veces se imaginaba cómo sería cumplir los dieciocho. 
Se puso de puntillas y abrió el armario donde guardaba las tazas, luego se preparó un café. <<Dieciocho, qué fantasía>>. 
Mientras esperaba a que el reloj del microondas se detuviese con tres (ya familiares) pitidos agudos, jugó a saltar las baldosas sin pisar las líneas, pero de repente se detuvo, y sonrió al recordar que ése era un juego al que solía jugar con su abuelo cuando era pequeña.
Sin duda, aquellos años fueron increíbles. Scarlet se sentó con las piernas cruzadas sobre la encimera y empezó a recordar los momentos más importantes de su infancia mientras se bebía el café sin prisa.
Le vino a la mente el primer día de reyes, y con él la primera vez que se acercó a un buzón para mandar en un sobre la carta, acompañada de su más sincera inocencia.
Seguido a este recuerdo vinieron mil más, como la primera vez que montó en bicicleta, o su primer concurso de baile. También su primer día de clase, del cual le sorprende la nitidez con la que es capaz de vislumbrar en su mente las lágrimas que brotaban de sus ojos porque, como tantos otros niños, no quería que la separasen de su madre. 
Así se pasó varias horas, sonriendo y llorando; y en el fondo...reviviendo su pasado. 
¿Y ahora iba a cumplir dieciocho años? Scarlet se quedó pensativa, dándole vueltas con la cucharilla al escaso líquido que aún restaba en su taza. "Prefiero volver a tener seis años". Lo dijo en voz alta, aunque nadie la estuviese oyendo, le daba igual. "Ojala pudiera regresar a ese estado de inconsciencia propio de la niñez. Quiero volver a refugiarme bajo esa burbuja de ignorancia, y creer que todo es posible, que TODO es...." Scarlet detuvo su discurso en seco, y se echó a llorar. Era invierno........
Era invierno desde hacía ya mucho tiempo. Todo a su alrededor se desvaneció, como una nube de imaginación que se esfuma en cuanto despiertas del sueño. Lo malo es que Scarlet no estaba dormida, pero tampoco despierta. Lo malo es que nunca cumpliría dieciocho años, porque el tiempo se había congelado antes de que los cumpliera. Y ahora sólo le quedaba recordar. Recordar que un día fue, y que otro, muy distinto, dejó de ser. 
Scarlet se difuminó entre los colores de la cocina, y desapareció.

Todo en esta vida es relativo. Las cosas dependen del punto de vista desde donde las observemos. Nadie puede judgar sin conocer, yo misma no puedo. 


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